El párroco de Catadau, Luis Hernando Ramírez Calderón, mantiene abierta la polémica. Algunos vecinos y gobernantes locales consideraban que la homilía del domingo sería el escenario perfecto para pedir disculpa por sus comentarios políticos, pero las palabras de arrepentimiento no han brotado todavía de sus labios.
«El diálogo es muy importante, pero todavía no ha sido posible. Seguimos esperando que coja el teléfono y nos llame pidiendo disculpas», aseguraron ayer fuentes municipales, que prosiguieron: «Queremos que venga y se siente con nosotros a hablar. Poder expresarle nuestro malestar y que él nos dé una explicación y, a partir de ahí, olvidar el asunto y empezar otra vez, de cero. La pelota sigue estando en su tejado y debería hacer todo lo posible por bajarla».
Hace más de una semana que Compromís denunció públicamente algunos de los mensajes lanzados por el párroco de la localiad y que tenían en el punto de mira desde el nuevo gobierno central -por el mero hecho de ser progresista- hasta las agrupaciones feministas. Los colectivos LGTBI o las personas que buscan a sus familiares en cunetas también han nutrido algunas de sus invectivas. Incluso, asociaciones como los Scouts -que se vieron forzados a abandonar el centro parroquial por el escaso margen de maniobra que les dejaba el sacerdote- o el grupo de clavarios de 2019 -al que acusó de comportarse «peor que los ateos o los moros»- guardan un mal recuerdo de su relación con Ramírez. Asimismo, cabe recordar que animó a su círculo más cercano de acólitos a votar a Vox en las elecciones. «Mis plegarias no han sido escuchadas», llegó a pronunciar desde el púlpito tras conocerse los resultados de los comicios, según detallaron otras fuentes.
«Recuperar la normalidad»
Pese a todo, una semana después de que se produjera dicha denuncia pública no se ha pronunciado al respecto, lo que deja abierta una herida en la población.«Somos un pueblo pequeño y no queremos malestar de ningún tipo. Últimamente se ven muy malas caras en los vecinos y no queremos eso. Catadau tiene que recuperar la normalidad y que no se rompa la unidad del pueblo. Cada uno es libre de ser creyente o no, de votar a la izquierda o la derecha, pero la base de la convivencia es el respeto», incidieron las mismas fuentes municipales.
El ejecutivo local, de corte progresista, ha guardado silencio tras denunciar públicamente el caso y ha reclamado en repetidas ocasiones unas palabras de disculpa que continuan sin llegar. Algunos pensaban que el párroco podría aprovechar las múltiples ocasiones en las que en la Biblia se habla sobre el perdón para reconducir en la homilía las tensiones e implorar el de aquellos a los que ha ofendido. Habrá que esperar.
