Hay tradiciones que desaparecen. Seguramente, la humanidad desconozca buena parte de las costumbres de sus ancestros. Hay otras que permanecen, aunque por el camino hayan sufrido ligeras transformaciones. Es el caso de la matanza del cerdo. Un ritual habitual en una gran cantidad de localidades y que pervive en Catadau. Hoy celebra una jornada lúdica, festiva y no apta para todos los estómagos para rememorar una tradición que se daba en la mayoría de hogares.

Aunque mucho se ha especulado sobre su origen, no se ha llegado a una conclusión clara. Hay quien dice que la tradición se remonta varios milenios antes de Cristo. Quizás la matanza del cerdo tenga que ver con los sacrificios animales a antiguas deidades. O simplemente se convirtió en una costumbre lo que para muchos era una cuestión de supervivencia: aprovechar todas las partes del cerdo para no pasar hambre. Sea como fuere, es una costumbre que con el paso del tiempo ha perdido fuelle y la gente prefiere comprar la carne envasada en el supermercado.

Pese a que la matanza del cerdo se ha realizado en muchas localidades, son cada vez menos las que la conservan. En Catadau, todavía se recuerda con cierta añoranza. Hace muchos años, la mayoría de familias de la localidad y de toda la comarca sacrificaba un cerdo de ocho, diez o doce arrobas durante los meses de inverno ya que el frío mantiene alejados a los insectos del embutido y ayuda en la cura de la carne. Como en muchos lugares, que todos hacían en su casa adquirió un toque de ritual e, incluso, festividad.

Se ponía en práctica ese dicho que proclama que del cerdo se aprovecha todo. Un animal de tal tamaño procuraba alimento a toda una familia durante un tiempo considerable, especialmente en una época en la que la agricultura estaba parada. Algunas partes se trituraban en máquinas destinadas a tal fin y se obtenía la carne picada que, tras introducirse en los intestinos bien lavados, daba lugar a toda una serie de productos: longanizas, chorizos, sobrasadas, butifarras (con cebolla o con arroz), el 'blanquet'... Aunque del cerdo también se puede obtener panceta, careta, jamón y una larga lista de alimentos.

Al tratarse de una tradición familiar, incluso los niños participaban en el ritual. Aunque algunos padres optaban por hinchar la «bufa» (la vejiga) y convertirla en una pelota con la que tener entretenidos a los más pequeños. Lo dicho, del cerdo se aprovechaba absolutamente todo.

Cocinada a la brasa

Las costumbres cambian y Catadau opta en la actualidad por celebrar la matanza del cerdo de una manera diferente. Hoy, el animal llegará ya muerto y lo que se realizará es una exhibición de aquello que hacían sus predecesores: aprovechar las distintas partes del cerdo para comer.

Tras elaborar la carne, se cocinará a la brasa, para que tenga el peculiar sabor que la leña quemada le da. Con ella se prepararán centenares de bocadillos («allioli» incluido) que se repartirán entre los vecinos y visitantes que acudan junto a la bebida. Más tarde tendrá lugar un espectacular desfile de caballos, que pondrá punto y final a una jornada en la que Catadau honra a sus habitantes pretéritos y mantiene con vida una tradición en vías de extinción.