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El museo etnológico de Càrcer lleva cerrado desde su inauguración hace 5 años

El gobierno municipal buscará la forma de revitalizarlo - "Se invirtió mucho, pero no se pensó en lo que cuesta de mantener", lamenta el alcalde

El museo etnológico de Càrcer lleva cerrado desde su inauguración hace 5 años

Càrcer tiene un museo etnológico, aunque prácticamente ningún vecino de la localidad o del Vall haya entrado jamás. Esto se debe a que lleva cerrado casi desde que se inauguró. Su vida fue más bien efímera pese a que se realizó una inversión considerable. El gobierno actual estudia cómo sacarle provecho, aunque reconoce que en estos momentos no es un proyecto prioritario para el municipio.

Fue un 28 de marzo de 2015. La legislatura tocaba a su fin y el ejecutivo de la localidad, por entonces en manos del Partido Popular, inauguró el museo etnológico. Acudió, incluso, el por entonces presidente de la Diputació, Alfonso Rus, ya que el ente provincial sufragó las obras (valoradas en más de 300.000 euros). Se rehabilitó el antiguo hogar de los jubilados. Se ocuparon dos plantas y una tercera se reservó para realizar talleres, conferencias y otras actividades culturales. El centro tenía como objetivo acercar a los visitantes la historia de Càrcer y su evolución en el tiempo, así como las distintas formas de vida de sus habitantes.

Pero todo aquello cayó en saco roto. «Fue un proyecto que gozó de una inversión muy fuerte pero que no estaba pensado para que se mantuviese y tuviese continuidad, allí se puso a una persona que realizaba servicios comunitarios en vez de a alguien con un perfil profesional», explicó ayer el alcalde de la localidad, Josep Botella, que prosiguió: «De hecho, cuando llegamos al gobierno ese mismo año nos encontramos con que el edificio ni siquiera estaba acabado, hace falta, al menos, una inversión de más de 50.000 euros porque tiene varias plantas pero carece de ascensor, lo que supone un problema de accesibilidad».

Muchos vecinos aportaron para el museo enseres antiguos de su propiedad, tales como máquinas de coser o utensilios de uso agrícola. Algunos de ellos se retiraron y otros todavía permanecen allí. «Se trataba, en su mayoría, de objetos que se pueden encontrar en muchas localidades. A nuestro entender, un museo debería tener un toque diferenciador para ofrecer algo que no todo el mundo tenga, sobre todo porque somos un municipio pequeño que no atrae turistas; no podemos ofrecer elementos únicos, como hace Moixent», detalló el alcalde de Càrcer.

Contar la historia

Uno de los elementos que podría dar mayor entidad al museo sería las recientemente destacadas piezas de cerámica, cuyo estudio desembocó en el libro «Nuevas miradas sobre la cerámica de Càrcer», que rescata del olvido el esplendoroso pasado de la localidad como uno de los centros industriales de loza más relevantes del antiguo Reino de Valencia. Es más, el consistorio ha realizado copias que a día de hoy están expuestas y podría ser un atractivo más del patrimonio etnológico de la localidad.

«Sobre la mesa tenemos un proyecto museístico. Nuestro objetivo es que vaya cogiendo forma poco a poco a lo largo de la legislatura. Aunque ahora no es una de nuestras prioridades porque el presupuesto de Càrcer no da para más en estos momentos, no nos hemos olvidado y queremos darle una finalidad al museo. Queremos que tenga un sentido y una continuidad, plantear un proyecto viable que cuente una historia y resulte atractivo. Incluso podríamos adquirir nuevas piezas que lo nutran», concluyó la máxima autoridad municipal.

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