El Ayuntamiento de Alzira ha instalado una valla perimetral alrededor del campanario gótico de la iglesia de Santa Catalina al detectar que existe la posibilidad de que se desprendan cascotes dado el elevado estado de deterioro que presenta la torre. El consistorio no cree que peligre la estructura pero prefiere prevenir una situación de riesgo durante la Crida, que dará esta tarde la bienvenida los festejos josefinos.

El acto que da el pistoletazo de salida a la fiesta más característica de los valencianos tendrá lugar hoy, a las 20,00 horas, en la casa consistorial. Varios miles de falleros se congregarán, por tanto, en los aledaños del ayuntamiento, especialmente en la Plaça del Carbó. La zona donde se ubica la torre inclinada de Santa Catalina será una de las más transitadas esta jornada.

Por ese motivo, el consistorio ha optado por ser cauto al detectar varios desconchados en las paredes del histórico campanario. «Al observar estos desperfectos, hemos decidido ser prevenidos y evitar todo riesgo. Aunque es posible que no se desprenda ninguna piedra, sí que existe cierto peligro. La mejor manera de evitar que se desplomen fragmentos sobre los vecinos de Alzira que acudan a la Crida era, precisamente, vallar la zona», detallaron ayer fuentes municipales. Fue precisamente cuando se instalaron las vallas y un cordón policial que rodean la torre dejando una zona de seguridad de varios metros cuadrados, completamente aislada, por si se producen desprendimientos.

Una restauración que no llegó

El campanario gótico de Santa Catalina sufre un preocupante proceso de deterioro. «Lleva muchos años así, pero no tiene ninguna afección a nivel estructural», indicaron las mismas fuentes. El paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas han hecho mella, no obstante, en la atalaya. Un simple examen visual revela la gran cantidad de grietas que posee y la ausencia de algunas piezas y ladrillos que ya se han desprendido.

No en balde, soportó un terremoto en 1396 y, varias centurias después, se vio salpicada por el agua y el barro de las dos riadas más importantes de la historia reciente de la ciudad y la comarca (1982 y 1987). Además, la creciente virulencia de los temporales tampoco ayuda a su conservación. Hace más de una década se planteó la posibilidad de restaurar la torre. Los estudios técnicos abogaban por separarla de la iglesia para que quedara exenta ya que la imagen actual, abrazada por la sacristía, no es la original. No obstante, las discrepancias entre el ayuntamiento y el párroco imposibilitaron una reforma que se antoja cada vez más necesaria.