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de ayer a hoy

'Seguro' que no le olvidamos

Alzira despide a Pedro Vidal Bialcanet, un hombre que deja huella

Pedro Vidal, segundo por la izquierda, tras recibir la Insignia d'Or. l-emv

«Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no se puede llenar; pero queda un visor encendido, que no se puede apagar ni con las aguas de un río», decía en su canción el inigualable Alberto Cortés. De la misma manera, tardaremos en olvidar la memoria y el recuerdo que nos legó Pedro Vidal Bialcanet. Simpático, agradable, comunicador y de mucha proximidad.

El mejor retrato de nuestro amigo y querido Pedro, se lo escuchamos al párroco de Santa Catalina, Enrique Masiá, en la homilía de la misa exequial, donde destacó el bien y los hechos que había dejado en su pueblo. Estaba «seguro», decía el celebrante, que se hallaba ya en el lugar que le correspondía, en el seno de Abraham, que es como la entrada en el Paraíso.

La demostración del aprecio que le dispensaba la ciudadanía lo vimos con la asistencia de familiares y amigos al funeral. Aunque sea incongruente la frase, en la iglesia «no cabía un alma».

Pedro Vidal, nació en Alzira en septiembre de 1939 en la calle Mosén Grau, donde su padre tenía la oficina de seguros. Como muchos alcireños de su época, pasó por el colegio de la Beneficencia, de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, cercana a su casa, donde estrenó su primer babero, el lápiz y papel; pasando después por la academia de su tío, Juan Bialcanet, y más tarde por la Academia Júcar, donde inició sus estudios de bachillerato. Luego continuó en el colegio San Antonio de los PP franciscanos en Carcaixent y finalizó en 1962 su carrera de perito mercantil en Valencia. A partir de este momento comenzó a dedicarse a la mediación de seguros, herencia de su padre, Pedro Vidal Durá, que inició esta actividad en 1928. En 1939 pasó su cartera a la compañía Lucero. donde padre e hijo coinciden profesionalmente. En 1980 Vidal se convirtió en agente libre y cinco años después constituyó Vidal Correduría de Seguros para dar entrada a la tercera generación.

En 1971 fue elegido vocal de la Junta de Gobierno de Agentes y Corredores de Seguros de Valencia, ocupando cargos de responsabilidad hasta 1991, cuando fue nombrado presidente hasta el año 2000. Además fue miembro del Consejo de Mediadores de Seguros Titulados desde 1982 y fundador de la Agrupación Nacional de Corredores en 1983.

Intervino de forma destacada, en los momentos cruciales tras la Pantanada de Tous, en 1982, así como cinco años más tarde en las inundaciones del Júcar, provocadas en 1987, para que que hiciera justicia con aquellos que disponían de seguro, así como en la defensa general de todos los alcireños y afectados frente al organismo responsable de los pagamentos de Compensación de Seguros.

En su faceta profesional ganó tantos amigos como clientes y llegó a recibir la Medalla al Mérito del Seguro a través de una orden ministerial. El 30 de diciembre de 2002, el ayuntamiento le distinguió con la insigina de oro de la ciudad. En su intervención aquella tarde, sostuvo: «La Pantanada marcó un antes y un después en mi vida, y deseo aprovechar la ocasión para expresar mi agradecimiento a todas las personas que depositaron en mí la confianza y la defensa y guarda de sus bienes, así como a todos los compañeros de trabajo con su colaboración».

Y añadió: «Emocionado en el recuerdo de mis padres y mis seres queridos, expreso mi agradecimiento a todos y cada uno de los que conforman el Pleno de este ayuntamiento, que ha permitido con su votación que pueda llevar, ademas en mi corazón, la Insignia de Oro de Alzira, que comparto con orgullo con los míos».

Estuvo vinculado a la Sociedad Musical de Alzira; a la Real Cofradía de Nuestra Señora de Lluch, donde ostentó el cargo de vicepresidente, promovió la remodelación del campanario del Santuario de la Muntanyeta del Salvador. Durante muchos años fue directivo de la cofradía del Santísimo Ecce Homo, vicepresidente económico de la UD Alzira y formó parte de directiva del Club de Tenis Alzira; de la asociación de vecinos de la urbanización del Respirall, y fallero de la Plaçeta, que le distinguió con el Cacau d'Or. También presidió peñas ciclistas de Alzira y Denia.

El último abrazo que compartimos no hace muchos días, fue tras un almuerzo en el Casino dels Carreters, donde era asiduo con sus amigos.Siempre enalteceremos su trayectoria, su humanidad y el ejemplo que deja.

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