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El «nadador de los huesos de cristal» completa una ruta de 20 km en Australia

El alcireño Vicente Martínez necesita más de ocho horas para realizar la exigente travesía que cruza el mar desde Perth hasta la isla de Rottnest

El «nadador de los huesos de cristal» completa una ruta de 20 km en Australia

El ya conocido como «nadador de los huesos de cristal», el alcireño Vicente Martínez, ha puesto una nueva chincheta en su mapamundi particular, tras haber completado con éxito una larga travesía a nado. Hace unas semanas se trasladó a las antípodas de Alzira para realizar la travesía más famosa de Australia, desde Perth -sede del Mundial de Natación de 1998- hasta la isla Rottnest. «Me apetecía mucho hacer esta prueba. Es un lugar exótico, muy lejano y que la habían realizado pocos españoles», comentó el ribereño. La conoció gracias a su entrenador, José Luis de la Rosa, «que la había hecho con anterioridad».

La primera de las odiseas fue la preparación. A 15.000 kilómetros de distancia, tuvieron que localizar un skipper con su barco y el paddler -que también es obligatorio-. «Gracias a conocidos de este mundo acuático lo solventamos», explicó. Después fue el trayecto. «Dos días y medio en los que tomamos tres aviones e hicimos escala en Abu Dhabi y Kuala Lumpur y nada más llegar nos pusimos a entrenar», añadía a continuación. Su compañero de fatigas fue un vallisoletano, Alexis Rodríguez. «Todo era espectacular, con helicópteros sobrevolando las aguas para avistar posibles tiburones ya que en 2018 tuvieron que sacar a varios nadadores por la presencia de un gran tiburón blanco», contaba el castellano. El canal está acotado del mar con una malla antitiburones.

«También hay alarmas para avisar de su presencia. A mí me dijeron que habían visto un 'baby shark' (pequeño tiburón). Si hay un baby, ¿su madre estaría cerca, no? Pero mejor no haberlo visto», comentó el alcireño entre risas.

Empezaban a nadar a las 6'10 de la mañana y la principal complicación fue encontrar a los paddlers y sus kayaks a los 500 metros «ya que los nadadores salen como si fueran a recorrer 3.000 metros en lugar de 20.000 y se te echan encima». El barco se localizó a los 1.500 metros, «lo que fue más fácil porque era amarillo».

En pleno verano austral, «la temperatura del agua era ideal, 20 o 21grados», describía Vicente. Lejos quedan de los 10-12 grados con los que nadó en el Canal del Norte entre Irlanda y Escocia o en el Lago Ness. Empezó bien con un ritmo de 4 kilómetros en la primera hora pero a los 9 empezó a sentirse mal. «El mar se picó y hacía olas que molestaban el nado», lamentaba Martínez, ya de regreso a Alzira. Por suerte, Alexis se olvidó de sus propias marcas y paraba y arrancaba y le daba ánimos, «incluso le mentía sobre las boyas y sus marcas reales para que no parara y siguiera», explicó el compañero. En los últimos cinco kilómetros, Vicente se sintió mejor y gritó «¡Ya estoy de vuelta!».

Un efusivo abrazo

El alcireño recorrió a nado los 20 kilómetros que confromaban la travesía en 8 horas y diecisiete munitos, dos horas más de lo que teía previsto. «Alexis, que pasó un mal momento al final, llegó, me esperó y nos fundimos en un gran abrazo», recordaba emocionado el alcireño, que suma una nueva hazaña a su cada vez más larga lista de retos personales y deportivos.

Como tantas otras veces, Vicente Martínez no sabe cuál será su próximo reto. ¿Podrá ser el tercer asalto a Santa Catalina en California para completar la Triple Corona o alguna de las pruebas del Seven Oceans? No se sabe. Seguro que volverá a sorprender.

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