La ansiedad hace su aparición de manera habitual durante estos días de confinamiento y con ella la gula, ese deseo irrefrenable de llevarse a la boca prácticamente cualquier cosa. Tanto es así que las expertas en nutrición consultadas por Levante-EMV pronostican un ascenso de los casos de sobrepeso, tanto en adultos como en niños. Su repercusión en la salud dependerá del grado de voluntad de cada persona.

«Es importante no incurrir en malos hábitos alimentarios, aunque sean pasajeros, ya que el sobrepeso y la obesidad son uno de los factores de riesgo más importantes en nuestra sociedad», señala al respecto Pilar Luna, jefa del Servicio de Nutrición y Dietética del Hospital de la Ribera, que añade: «Nos encontramos en un periodo similar al que puede ser el de los meses de verano, cuando aprovechamos el tiempo libre para descuidar nuestra alimentación. Si se ha producido un incremento de peso que no sea por un mal hábito adquirido con anterioridad sino por el consumo realizado durante estos días, éste desaparecerá con la recuperación de nuestra vida y no supondrá un riesgo grave para nuestra salud».

Parece evidente que una parte de la población llegará al fin del confinamiento con unos cuantos kilos de más. «Cuanto todo esto pase, creo que nos encontraremos con pacientes con más colesterol, con picos glucémicos superiores y un brote de síndromes metabólicos debido a las malas dietas. A éstas, se suman el sedentarismo y la ruptura, incluso, del ciclo del sueño», comenta al respecto Paula March, reconocida nutricionista de la clínica Tecma.

Según Luna, desde el inicio de la pandemia, el servicio de dietética del hospital «se ha volcado para evitar la malnutrición de los pacientes», también de aquellos con Covid-19. La filosofía que se sigue es bastante sencilla: «Les enseñamos a comer bien y ellos mismos aprenden a controlar qué grupos de alimentos pueden aumentar o disminuir en función, no solo del gasto calórico que realizan, sino también del equilibrio nutricional. La mejor atención sanitaria es la de convertir al paciente en experto de su enfermedad, de empoderarlo, para que sepa qué puede hacer y qué no debe hacer».

No obstante, no siempre es posible. «El problema no viene por un capricho, eso es aceptable. Lo que verdaderamente importa es la falta de disciplina de muchas personas, que no tienen suficiente con uno. La mejor manera de evitar estas conductas es planificar los menús y la lista de la compra; si no tenemos algo, no lo consumiremos, es el mejor truco para evitar una alimentación superflua», sostiene March. Un planteamiento que Luna también defiende.

Los dulces, más saludables

El picoteo entre horas, por tanto, no está prohibido, aunque hay que saber cómo hacerlo. Pero hay maneras que no resultan dañinas para el cuerpo. «Por poner algún otro ejemplo de lo que podemos ganar con una comida o un aperitivo elaborado: una copa de vino de 150 cc más un paquete de papas, tienen un aporte calórico de más de 500 calorías, mientras que un zumo de naranja natural de 150 cc con 150 gramos de patata al horno con aceite, perejil y vinagre o limón, cuenta con un aporte calórico de 245 calorías, es decir, la mitad. Si, en lugar de patata, recurrimos a los champiñones a la plancha, las calorías serán 100. La diferencia es más que considerable», explica Luna.

Al respecto, March da otros dos ejemplos: «Durante estos días, todo el mundo es repostero, pero podemos adaptar recetas tradicionales de dulces para hacerlas más saludables, por ejemplo, con harinas de legumbres o integrales. En vez de comprar las palomitas de microondas, cargadas de grasas procesadas, se pueden hacer en casa y así controlar que el aceite sea de oliva y la sal que le ponemos. Otra opción para picar entre horas es la de trocear fruta y tenerla en la nevera».

Aunque resulte difícil de entender, «hay que ser conscientes de que esa insatisfacción que sentimos, no va a desaparecer comiendo, igual que no desaparece fumando, y que es mejor pararse a respirar y descubrir qué nos está produciendo esa insatisfacción y solucionar el problema en lugar de 'taparlo' con grasas o azúcares; hay que buscar otras actividades que nos produzcan bienestar, como poner música o bailar, que mejorarán el estado de ánimo y, además, consumen calorías», plantea Luna. Esa es la respuesta.