El hallazgo de pinturas rupestres en una treintena de cuevas y abrigos de las montañas de Tous sirvió de base al arqueólogo Ximo Martorell para su tesis doctoral, aunque el minucioso trabajo de campo realizado dejó otras aportaciones singulares como el análisis y datación de unos grabados medievales con escenas navales de carácter bélico. Representan una temática inédita en estas montañas del interior de la Ribera, aunque quedaron en un segundo plano frente al «arte pintado» y, en particular, los yacimientos con pinturas prehistóricas.
El mural estudiado representa sobre la roca una embarcación, una fortaleza en dos cuerpos -tal vez producto de la erosión que ha sufrido en un extremo, que rompe la continuidad- y lo que se presume puede ser un proyectil. El estudio realizado por Ximo Martorell y Trinidad Martínez concluye que la escena que dibuja remite a un episodio concreto de la guerra de los Dos Pedros, a mediados del siglo XIV y, en particular, a la ofensiva sobre la ciudad de València de Pedro I el Cruel en en el año 1364. Con esta referencia, los autores del estudio apuntan que, probablemente, la escena represente el puerto y el castillo de Cullera ya que la escuadra aragonesa había descargado los bastimentos que transportaba en València y la desembocadura del Xúquer le sirvió de refugio ante la llegada de la escuadra castellana.
Los grabados se encuentran en el barranco del Chorrico, un torrente al norte del pueblo viejo de Tous, hoy cubierto por las aguas de la presa. Algunos residentes conocían la existencia de estos dibujos, pero el estudio realizado por Martorell y Martínez, y en particular el análisis de la embarcación, permitió a los técnicos establecer una cronología.
«A juzgar por la forma del casco, el castillo de popa, su único mástil con cofa y el tipo de vela, estaríamos ante una coca medieval», un tipo de nave que los estudiosos datan entre los siglos XII y XV «como medio de transporte, y a veces para el corso», relata el informe publicado en la revista Recerques del Museu d'Alcoi. No obstante, la minuciosidad con que se reproduce la embarcación permite ajustar aún más esa cronología, «y por tanto la escena», ya que ese tipo de cocas se enmarca entre el siglo XIII y principios del XV.
Por lo que respecta a la construcción fortificada, está formada por dos cuerpos unidos por un trazo doble. La erosión ha afectado a la parte superior izquierda del panel, borrando parte de las imágenes. En ambos edificios se distingue la entrada elevada, a la que se accede por una escalera y, en el de la derecha, una posible manteleta desde la que se arrojaría un proyectil.
Martorell destaca que el autor debió ser una persona familiarizada con los barcos ya que representa con mucho detalle la embarcación sin ninguna referencia visual directa. «Los grabados fueron trazados de memoria por alguien que tenía conocimientos del mundo del mar. Tal vez un individuo que frecuentaba los astilleros, un marinero, un viajero, un ganchero que se dedicaba al transporte de madera por el río o, de estar representando un conflicto histórico como la ofensiva de Pedro I el Cruel sobre la escuadrada aragonesa en Cullera, un testigo que quiso dejar constancia de ello», exponen los autores del trabajo.
La cronología que apunta la embarcación sirve de base para enmarcar la escena en un episodio histórico concreto, la Guerra de los Dos Pedros, «un conflicto bélico que tuvo un eco muy importante en la sociedad del momento», expone Martorell. «Es probable que la escena represente el puerto y el Castell de Cullera. El tamaño y complejidad de las estructuras grabadas descarta que dibujen uno de los complejos portuarios fortificados, con cortijo y torres, que jalonaban las costas de la Corona de Aragón en época medieval sino que se trataría de alguna fortificación de mayor envergadura, como podría ser el castillo de Cullera», argumenta.
