Rozando los 30º C en el termómetro del balcón y escuchando en la radio el "Como hemos cambiado" de los Presuntos Implicados, la mañana de hoy se va llenando de colores. Zapatillas, camisetas y gorras pintan las calles, plazas y parques del rojo al violeta, imitando los arco iris que todavía cuelgan de los balcones. Los patinetes, bicicletas y balones se entrecruzan entre perros y personas, y los mayores, los más castigados por la soledad del confinamiento y el olvido, sonríen y alegran con sus charlas y cuentos, jardines y banquillos.

Algunas mascarillas ocultan las sonrisas y otras se enfrentan al todavía presente Covid a pelo, de todo hay. Los aplausos de hoy ya han sido menos, porque la gente tras duras semanas de encierro, ha cambiado sus balcones por las calles. Y sigue sonando la canción del "como hemos cambiado", y me alegro, con mucha cautela, pero me alegro.

Como sanitario me alegro de esta desescalada en progresión, sobre todo por la disminución de población que está en riesgo, pero también por todos mis compañeros. Esos a los que han llamado tantas veces héroes, que han sido tan aplaudidos, y que han dejado a un lado a sus familias para estar en esa primera línea de fuego cuando se les ha necesitado, porque ésa es su profesión y su vocación.

Me alegraría volver a ser como antes, sólo un médico y no un héroe, sin dejar de estar en primera fila, pero sin pandemia ni muertos. Volver a ser un número, uno entre los 1.400.000 profesionales de la sanidad pública y privada en toda España, que de alguna manera u otra han dado lo mejor de ellos en esta desgraciada crisis.

Pero nunca mi alegría podrá hacerme olvidar. Tengo que recordar, para refrescarles la memoria a nuestros gobernantes cuando todo esto pase, pero sin dejar pasar mucho tiempo, por si les paraliza el olvido. Recordarles la muy mejorable gestión de nuestro sistema de salud, con una débil respuesta en el inicio de la pandemia, y la falta de previsión de recursos: la insuficiente y tardía dotación de medios materiales, de equipos de protección y de pruebas de contagiosidad, que puso en riesgo innecesario a muchos profesionales.

El gobierno de la nación está obligado a reconocerles su esfuerzo, sobre todo a ésos 44.000 profesionales infectados, y más que a nadie, a las familias de los más de 70 sanitarios que han perdido su vida, sin dejar en el olvido a los más 219.329 contagiados y a los 25.613 fallecidos en todo el país.

Los trabajadores de la salud se han desgastado humana y profesionalmente, y esto siempre pasa factura. Si tuviésemos un repunte en la incidencia de la enfermedad a medio plazo, estos profesionales no podrían afrontar esa nueva andanada con la fuerza y entereza que han demostrado hasta ahora.

No hay que olvidar que toda la actividad programada en intervenciones quirúrgicas, pruebas exploratorias, consultas de atención primaria y hospitalarias, están paralizadas desde el inicio de la pandemia, lo que ha agravado las ya abultadas listas de espera existentes de todas estas patologías no urgentes. Muchas de estas patologías en lista de espera son invalidantes, afectan a la calidad de vida de los pacientes, y en muchos casos les incapacita para desempeñar su actividad laboral, lo que agrava aún más la situación económica tan crítica de millones de personas y familias.

Tampoco podemos olvidar la cercanía del período vacacional necesario para aliviar el cansancio físico y la carga emocional de todos los profesionales sanitarios durante la pandemia, y debemos reorganizar el sistema de salud de cara al futuro repunte de contagiosidad del Covid19, que según todas las previsiones epidemiológicas se producirá a inicios del próximo otoño.

Por todos éstos argumentos totalmente previsibles, es obligatorio que el gobierno de la nación escuche a asociaciones de médicos y pacientes, a los Colegios Oficiales de Médicos, Enfermeras y Profesionales Sanitarios, y a los Sindicatos de Sanidad, que reclaman la prórroga de los contratos que se realizaron para afrontar la pandemia y prever nuevas contrataciones de profesionales de todos los estamentos para hacer frente a ésta nueva realidad y a éste nuevo escenario sanitario

Salgo de mi ensimismamiento cuando acaba la canción del "Cómo hemos cambiado", y me quedo con mi frase "me gustaría volver a ser un número" pero un número sin pandemia y con memoria para aprender del pasado.

"Dejaréis de ser héroes cuando la gente no tenga miedo. Dejaréis de ser héroes cuando a los políticos les interese. Ahora sois carne de cañón, por eso os llaman héroes"

Stanley Kubrick (1957)