La Llacuna del Samaruc representa el único punto geográfico de la Ribera Alta enmarcado dentro del Parc Natural de l'Albufera. El paraje de Algemesí adquirió ese nombre en honor a su huésped más célebre, la «Valencia hispanica», un pez autóctono en peligro de extinción que se ha reintroducido con éxito en diversos humedales valencianos. Esta especie convive con otras en este idílico hábitat. Es el caso del fartet, que incluso se ha adaptado mejor al entorno y le gana terreno al samaruc.

Evidentemente, ambos peces comparten las aguas de la laguna algemesinense en perfecta armonía. Pero a los expertos les sorprende esta circunstancia. «Resulta curioso, pero hemos constatado que el fartet se consolida más que el propio samaruc. Se trata de una especie que ha demostrado más capacidad de adaptación y que es menos susceptible a los cambios climatológicos», explica a Levante-EMV Pablo Frasquet, ingeniero técnico agrícola municipal y responsable de los espacios naturales de Algemesí. No obstante, esta circunstancia no afecta al samaruc. «Entre ellos no existe competencia, ya se conocía que ambos ejemplares podían vivir juntos en el momento en el que se hizo realidad este innovador proyecto», apostilla.

La Llacuna del Samaruc se creó en el año 1996. Desde entonces ha recibido miles de peces y plantas, con especial atención a especies que se encuentran en peligro de extinción. «La flora ya se ha consolidado y únicamente se realizan trabajos de mantenimiento para garantizar las mejores condiciones. De la fauna se encarga el propio Parc Natural de l'Albufera. Sus técnicos realizan los seguimientos oportunos, se programan conteos y sueltas de algunas especies, aunque cada vez son menos periódicas. Lo cierto es que el espacio se autogestiona bastante bien», comenta al respecto Frasquet.

Presencia de aves

La Llacuna destaca por su reducido tamaño. Es un paraje natural cuya extensión alcanza una hectárea. La laguna está rodeada de vegetación, muy frondosa en estos momentos en los que no se han podido recibir visitas durante la cuarentena y tras un inicio de año más lluvioso de lo habitual.

«Lo que se ha conseguido es muy bonito. Hablamos de un humedal creado desde cero, que tiene un 'ullal' que le garantiza un suministro permanente de agua y ubicado lejos del casco urbano, en pleno parque natural y con escasa intervención humana», subraya Frasquet. De hecho, las visitas que reciben al año ni siquiera alcanzan el millar, ya que no se pretende sobreexplotar el ecosistema creado.

De hecho, los grupos de visitas alcanzan la trentena de integrantes. Eso sí, avistar ya sea un samaruc o un «fartet» es algo complicado. «En el paraje realizamos toda la explicación sobre el espacio y sus habitantes, pero lo cierto es que observar fauna piscícola es sumamente complicado, por eso recomendamos visitar el Museu de la Festa, donde hay un acuario en el que sí se puede ver un samaruc en el agua. Lo que es más sencillo es encontrare con aves, se dejan ver con mayor facilidad», concluye Frasquet.