Las sanciones son impopulares, pero necesarias. Las conductas incívicas deben tener un castigo para evitar que se repitan. «Esta nueva ordenanza simplemente convierte los consejos que hemos repetido una y otra vez en una norma», explica la concejala de Salud, Gemma Alós. Por ello, «no se busca recaudar más dinero, sino luchar contra una plaga nociva», añade la edil. El consistorio busca la implicación de la ciudadanía. Como en el reciclaje o en el consumo energético, sencillos gestos son de gran ayuda. «Se trata de un problema complejo, pero en el que todos podemos y debemos colaborar para reducir su impacto. Si el ayuntamiento realiza los tratamientos en los imbornales de una calle, pero sus vecinos tienen macetas con agua acumulada durante días, de poco ha servido», lamenta Alós. Evidentemente, no se multará a una persona por ello, primero se le informará de lo que debe hacer. Si reincide, ya no tendrá excusa.