Alzira perdió su significado hace décadas, tanto en el sentido etimológico como histórico. Quedó sepultado bajo avenidas, y no fluviales precisamente. Solo una parte de la población ha convivido con la Illa del Xúquer. Ahora, es un proyecto de la misma magnitud el que podría devolver una parte de esa esencia perdida con el paso del tiempo. Los arquitectos sevillanos Elena Jiménez y Abelardo Linares son los autores de «Ad Fontes», el trabajo ganador del concurso de la fundación Richard H. Driehaus. Su propuesta de reconstrucción del extremo occidental de la Vila buscará el antiguo Alcázar, pero también esa reconciliación: «El mayor valor de esta intervención es el rescate de la memoria, el reencuentro con la historia de Alzira que sigue enterrada en los márgenes del Júcar», explican a Levante-EMV.

El río. Sin él no se entendería una ciudad como Alzira. Históricamente, ha sido un elemento imprescindible a la hora de establecer asentamientos y garantizar el desarrollo de las civilizaciones. Tener agua es tener vida y progreso. Pero esa filosofía ha quedado en un segundo plano durante mucho tiempo. Afortunadamente, ahora las políticas van encaminadas a recuperar su valor. «Son muchas las ciudades que durante el transcurso del siglo XX han dado la espalda a sus ríos, asociados a los problemas provocados por las crecidas y vinculados a tejidos más industriales. Alzira tiene muchos motivos y capacidad para revertir este proceso, y ya ha sentado las bases. Nuestra propuesta viene a apoyar esta visión, reconstituyendo un borde fluvial que tradicionalmente ha sido la imagen más reconocible de la Vila», detallan Jiménez y Linares.

El gobierno alcireño ya ha manifestado públicamente su intención de buscar la financiación necesaria para llevar a cabo el proyecto. Ese es el principal hándicap. El ayuntamiento carece de recursos para poner en marcha semejante proyecto. Pero eso no resta ilusión. Los propios artífices del proyecto ven a Alzira muy predispuesta a ello: «La experiencia de estos últimos años nos ha hecho ver que en la mayoría de los casos cuando un proyecto público no sale adelante no suele ser sólo por falta de presupuesto, si no por falta de voluntad u organización de la administración correspondiente. En el caso de Alzira no tendría porqué ser así, ya que existe una base sólida sobre la que construir un plan de intervención en la zona y una sensibilidad acorde con la propuesta presentada. Pero hace falta una visión a medio plazo de las metas urbanas», detallan.

El Pla de la Vila, referencia

A nadie se les escapa que su ejecución podría marcar un antes y un después para un ciudad que no siempre ha sabido valorar, ni mucho menos rentabilizar, su patrimonio histórico. Esa tendencia ha cambiado y fue uno de los factores para que Jiménez y Linares posasen sus ojos en la capital de la Ribera Alta: «El emplazamiento de Alzira nos llamó la atención, por una parte, por la belleza y el potencial de la zona a intervenir junto al río Júcar, y por otra, por la calidad de los documentos aportados y elaborados por los técnicos municipales. Alzira es una ciudad que se ha preocupado en estos últimos años por catalogar y valorar su patrimonio histórico, y actuar en un entorno donde existen este tipo de sensibilidades siempre hace el trabajo más motivante», explican los arquitectos sevillanos, que añaden: «La puerta de Santa María es una zona clave del casco histórico de la Vila. Es su salida natural al río a través del Carrer Major, y es en esta parte occidental en donde se concentran la mayor parte de los restos históricos del núcleo original».

El estudio que ambos dirigen ya sabía lo que era ganar en el concurso de la fundación Driehaus, pero eso no tiene porqué suponer una ventaja. El casco histórico de la localidad está protegido, lo que podría ser un inconveniente a la hora de llevar a cabo proyectos tan ambiciosos. Obviamente, ese aspecto no se les escapó. «La propuesta presenta se enmarca dentro de las premisas establecidas por el Plan Especial de Protección de la Vila de Alzira, de manera que es un proyecto viable dentro de la actual normativa del casco histórico. Nuestro proyecto busca recuperar las trazas de la ciudad antigua y de la iglesia de Santa María, siempre respetando la identidad del lugar y los parámetros urbanísticos que propone el Plan», aseguran los vencedores del certamen al respecto.

Rescate de la muralla árabe

Su proyecto podría revitalizar un espacio de la ciudad que no pasa por su momento de mayor esplendor. No es descabellado decir que un barrio altamente deteriorado podría convertirse en uno de los atractivos más importantes de Alzira. «La reurbanización de esta zona la transformaría en un punto de interés para la ciudad. Por una parte, se consolidaría el tejido urbano y residencial que hoy se encuentra descontextualizado con la presencia del cuartel y las naves; y por otra se rescataría una parte importantísima de la historia de Alzira, sacando a la luz las trazas de la iglesia de Santa María, la muralla árabe y muy posiblemente el antiguo Alcázar».

La reconstrucción del extremo occidental de la Vila permitirá, con casi toda seguridad, desenterrar elementos históricos que pueden ser de gran importancia patrimonial para la ciudad. Quizás algunos se puedan integrar durante la reconstrucción de la trama árabe. O puede que sean elementos dignos de estar en el museo municipal. No obstante, los arquitectos prefieren centrarse en su labor: «Los proyectos vinculados a áreas de alto valor patrimonial son llevados a cabo por un equipo multidisciplinar de técnicos e historiadores, por lo tanto este tipo de decisiones se escapan a nuestro criterio», subrayan.