La alcaldesa de Algemesí, Marta Trenzano, admite que se quedó «alucinada» cuando, el pasado martes, le comunicaron que el ayuntamiento había sido víctima de una estafa cibernética. Los delincuentes suplantaron la identidad de la empresa adjudicataria de la basura y lograron birlarle 135.400 euros al consistorio mediante una transferencia bancaria que acabó en la cuenta corriente de los timadores. «Nunca crees que estas cosas te pueden pasar, pero al revisar la documentación que manejaron los funcionarios admití que era difícil sospechar de una falsificación tan perfecta», reconoció ayer la primera autoridad local, que ya ha ordenado mejorar los protocolos de seguridad para evitar nuevos engaños.

«Cualquiera hubiera caído»

El objetivo del gobierno local es tratar de recuperar el dinero. Va a ser difícil, pero ya se ha puesto en marcha la maquinaria administrativa y la investigación policial para seguir el rastro de la transferencia que se ordenó pagar el día 30 de abril. Se trataba de la primera factura que presentaba al cobro la nueva empresa concesionaria de la basura. Los 135.400 euros se abonaron, pero nunca llegaron a su destino. Los ladrones «presentaron documentos que reproducían con total exactitud el logotipo, el sello y la firma del representante de la empresa. «Cualquiera hubiera dado credibilidad a eso», acepta la alcaldesa.

Los ciberdelincuentes accedieron al ayuntamiento a través de la cuenta genérica de correo electrónico del consistorio. La funcionaria encargada de ese registro se limitó a desviar el mensaje al departamento correspondiente. El servicio administrativo del área de Intervención abrió el documento y comprobó que se trataba de una petición de la empresa adjudicataria de la limpieza urbana, por lo que el expediente fue asignado a los funcionarios que se ocupan de tramitar los pagos a la compañía adjudicataria.

El comportamiento de las empleadas y empleados municipales que intervinieron en el caso se limitó a cumplir la reglamentación establecida. Ante la solicitud para cambiar la cuenta corriente en la que debían ingresarse los abonos, reclamaron dos certificados, uno al proveedor y el otro a la entidad financiera, para comprobrar que todo estaba correcto. La documentación llegó con la misma apariencia de verosimilitud. Los nombres, los datos personales, el cuño, las firmas... todo encajaba. La dirección del correo electrónico de la empresa estaba escrito al revés pero nadie reparó en ese detalle. Una vez cumplimentado el trámite, el expediente pasó a Tesorería el 27 de abril y tres días más tarde se remitía la transferencia.

Durante tres meses la empresa que se encarga de la recogida de la basura esperó resignadamente a que el ayuntamiento le pagara los servicios prestados. Hay que reconocer que tuvo paciencia. En pleno confinamiento debió pensar que el consistorio había ralentizado su actividad, pero el pasado lunes, 3 de abril reclamó formalmente el pago de la factura. Esa alerta destapó el fraude. «¿No nos dijísteis que cambiáramos la domiciliación bancaria?», preguntaron los funcionarios. «Nosotros, jamás», respondió la adjudicataria. El dinero había desaparecido tres meses antes.

Más controles internos

La alcaldesa defendió ayer que un correo electrónico es hoy un sistema válido para comunicarse con la Administración, por lo que hay que corregir otros planteamientos de trabajo. «Los sistemas informáticos han funcionado perfectamente, no se ha tratado de un ciberataque sino de una estafa, por lo que habrá que afinar más los controles internos», concedió. Los abogados del ayuntamiento y la policía ya trabajan en el caso.