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Investigación histórica

El bandolero que desafió al marqués de Llombai

El historiador Vicente Sanz Viñuelas rescata la memoria de Josep Agüir, un joven al que una disputa por el oro morisco convirtió en bandido

El bandolero que desafió al marqués de Llombai

El Llombai del seiscientos acogió a un famoso bandolero, cuyas correrías se extendieron desde el Marquesat a l’Horta de València. Acompañado de su cuadrilla hizo uso de armas prohibida, fue pregonado y buscado por el propio virrey de València para encarcelarlo... y como tal pasaría sus últimos años hasta ser capturado y ajusticiado. Se llamaba Josep Agüir Esquer, descendía de Algemesí y de Guadassuar, aunque recaló en Llombai en el periodo de las repoblaciones posteriores a la expulsión de los moriscos. Se casó en abril del año 1640 con una joven llombaina, denominada Jacinta Visiedo Alzamora, trasladándose a vivir a partir de ese momento a la casa de los suegros. Sin embargo, la fuerza del destino lo situó fuera de la ley y así viviría entre 1641 y 1648.

A finales de la década de los años 30 del siglo XVII brotaron una serie de tensiones en el Marquesat de Llombai que giraron alrededor de la figura del gobernador Alonso Ximenez de Espejo. Sus partidarios y detractores no solo cruzaron palabras, sino también escopetazos nocturnos contra los adversarios del gobernador, aunque no pasaron de ser amenazas puesto que no provocaron víctimas. Esas protestas alertaron al marqués de Llombai y duque de Gandia, quien envió una comisión para juzgar y resolver los problemas. El gobernador fue sustituido por Jaume Bendicho en 1640 y se recuperó parte de la calma, aunque el historiador Vicente Sanz Viñuelas, que ha estudiando con profundidad estos hechos, ha recopilado documentación sobre presos encerrados a las torres de Serranos por estar involucrados en unas muertes por escopetazos en el Marquesat.

De esta forma, la década de los años 40 abrió una etapa muy convulsa, tanto en Llombai, Catadau y Alfarp, así como a buena parte de la Ribera del Xúquer y del Reino de València. Aunque se produjeron algunos asesinatos y crímenes por pasiones e intereses particulares, se dieron otros de distinto signo. Todo empezó cuando en 1641 se pelearon en Alfarp Agustí Donat y Vicent Roig, quienes se disputaban la propiedad de un buen puñado der monedas de oro. Roig sabía de la existencia de esa moneda (escondida por los moriscos antes de la Expulsión de 1609). Hubo una pequeña tregua pero la disputa pasó a mayores con la intervención de terceros. Uno de ellos trató de asesinar a Vicent Donat, hermano de Agustí, y desató una reacción en cadena que empeoró mucho el conflicto.

Un pacificador asesinado

Ante el relieve que tomaba la refriega, Agustín Donat, junto a su hermano Vicent, que era el alcalde (entonces llamado Justícia) de Llombai ese año fue a hablar en Andreu Esquer, natural de Guadassuar pero vecino de Llombai, una persona a quien no le gustaban los conflictos y que era conocida para ser un buen pacificador. Poco pudo hacer. Las escopetas ganaron terreno. Una noche de mayo de 1641, ante la iglesia, le dispararon por sorpresa. Lo dejaron herido en tierra, aprovecharon para quitarle sus armas y lo remataron de un tiro. A partir de este momento y por miedo a la justicia privada y a las revanchas personales fueron a buscar al hijo de Esquer y al sobrino, Josep Agüir, para matarlos y evitar que vengaran su muerte. No los encontraron. Habían huido del pueblo para salvar la vida, pero Agüir empezó a reclutar gente para defenderse y enfrentarse a sus contrincantes. Así empezaría una guerra abierta entre los partidarios de Donat y los de Romero.

Un viernes del mes de septiembre de 1641, Josep Agüir, a caballo, con escopetas y acompañado de una veintena de hombres mató a camaradas de Romero. Con este acto mostraba su fuerza y debilitaba a sus enemigos. Asaltó junto a su cuadrilla las casas de sus oponentes y los persiguió con saña. Se escucharon tiros en la Devesa del conde de Carlet y aparecieron dos hombres muertos en un barranco en Catadau. El rastro de sangre probó que los habían matado en Carlet y posteriormente los habían llevado allí en un caballo blanco. Posteriormente se produjeron más muertes, todas relacionadas con el enfrentamiento entre los partidarios de los Donat y los Romero. Las autoridades de la época realizaron diferentes llamamientos públicos para prohibir ayudarles bajo pena de galeras y multa económica.

En 1646 Baltasar Pineda fue apresado cerca de Requena y llevado a València ,donde sería colgado en la horca. Acabó así uno de los enemigos de Agüir. Y Josep Romero ya no vuelve aparecer más en la documentación, lo que alimenta la hipótesis de que o huyó y nunca volvió o fue muerto cuando trataron de capturarlo. En cambio, el historiador Vicente Sanz Viñuelas sí que ha encontrado abundantes referencias sobre Josep Agüir, que se convierte en asaltante de caminos e incluso tuvo relación con otro de los bandoleros famosos del momento: Pere Xolvi, quien también vivió, se escondió y recorrió las tierras del Marquesat.

También considerado hereje

Adquirió fama como bandolero, pero también como un hereje al matar de un escopetazo a un hombre dentro de una iglesia, a pesar de que el vicario le había colocado el Santísimo sobre la cabeza para protegerlo, y por encenderse su pipa con uno de los cirios del altar mayor de la iglesia del Algar de Palancia. A finales de 1647, Josep Agüir se sitúa de nuevo en el Marquesat. Sanz Viñuelas tiene constancia del último crimen que perpetuó en Llombai al enfrentarse al sobrino de Baltasar Pineda, porque le había cortado el agua mientras regaba. La discusión acabó cuando sacaron las escopetas y se dispararon mutuamente. Agüir tenía más puntería. Más tarde reconocería que había sido el más valiente de todos a los que se había enfrentado, el que más coraje había demostrado.

Colgado en la horca

Junto a Pere Xolvi asaltó en abril de 1648 el convento de San Joaquín de Paiporta y pudo zafarse del gran despliegue organizado para atraparle y burló la justicia. Se acostumbró a entrar en casas por la fuerza, en unos casos para robar y en un otras para violar a una viuda. Finalmente fue capturado aprovechando que le habían dado una bebida que lo aturdió. Alguno de los suyos lo traicionaría para cobrar la recompensa que ofrecía el virrey o algún enemigo encontró la ocasión y pudo vengarse de él entregándolo a la justicia. Fue encarcelado en las torres de Serranos y colgado en la horca, en la plaza del Mercado de València, el 2 de mayo del año 1648.

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