Càrcer ha quedado conmocionada al conocer la existencia de un brote asociado a las vacaciones y el ocio juvenil que ya ha anotado una veintena de infectados. El impacto de la noticia dejó ayer semivacías las calles del municipio, de poco más de 1.800 habitantes. Frente a la quietud general, el único lugar que mostraba actividad era el consultorio médico, frente el que se formaron largas colas de vehículos ante la necesidad de realizar pruebas de diagnóstico PCR a los contactos más directos de los infectados, que en su mayoría son jóvenes asintomáticos, con el objetivo de detener cuanto antes la expansión del coronavirus.

Las autoridades sanitarias han citado a casi 250 personas tanto de Càrcer como de Alcàntera de Xúquer. Y también de Sumacàrcer, población que mantiene activo un brote que afecta a seis empleados del ayuntamiento. Tres sanitarios provistos de guantes, mascarillas y trajes especiales de protección recogían muestras a través de las ventanas de los vehículos de familiares y amigos de los contagiados para comprobar si eran portadores del virus.

Ayer solo se tuvo constancia de un nuevo positivo, resultado de un análisis realizado con anterioridad, que no es vecino de Càrcer, cuyo alcalde, Josep Botella, teme que el número de afectados pueda crecer en los próximos días a medida que se conozcan los diagnósticos de las PCR. La inquietud de la primera autoridad local es compartida por sus homólogos de Alcàntera y Cotes, poblaciones pegadas literalmente a Càrcer, y de otros municipios del valle.

¿Es suficiente?

Botella, que mantendrá la suspensión de toda actividad pública en las calles y el cierre de los edificios municipales hasta que la alerta sanitaria se alivie, se pregunta si estas medidas, únicas posibles por las escasas competencias que la ley pone en manos de los ayuntamientos, «son suficientes para romper la cadena de contagios». El alcalde también plantea si resulta razonable permitir, ante un brote grave como el que sufre su municipio, que se mantengan abiertos los bares y establecimientos de ocio.

El ayuntamiento ha ofrecido a las familias afectadas un servicio de ayuda domiciliaria para que los voluntarios realicen la compra mientras dure la cuarentena.

¿Confinar el municipio?

El alcalde de Càrcer, Josep Botella, no dispone de herramientas legales para aumentar las restricciones de movilidad o apertura de establecimientos, por lo que reclama al vecindario que «actúe con total responsabilidad y extreme las medidas de prevención». Y aunque evita pedir expresamente a las autoridades sanitarias que confinen el municipio, sí que reclama «que se valore esa posibilidad si la evolución del brote lo aconsejara». «Lo que me agradaría es saber a partir de cuántos infectados debe adoptarse esa medida, cuál es el umbral de intervención», concreta. A su juicio, faltan protocolos claros.

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