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Análisis

Una AP-7 gratuita y el virus liberan por primer verano a Favara de atascos

"Me he acercado varios domingos a mediodía a la carretera y la he encontrado vacía, eso antes era impensable", relata la alcaldesa, a las puertas de la apertura de la anhelada circunvalación de la N-332

Dos peatones cruzan la travesía de la N-332 con aparente tranquilidad en una imagen de esta semana. perales iborra

Un verano atípico. Con esta manida expresión se engloban las múltiples aristas que ha planteado un periodo estival marcado por las medidas sanitarias para frenar el avance del coronavirus. Y no todas son perjudiciales. Los vecinos de Favara no recuerdan haber vivido unos meses de julio y agosto tan tranquilos. Y con una sensación de seguridad mayor. El coronavirus y la liberación de la AP-7 han reducido considerablemente el volumen de tráfico al que se veía sometida la localidad cada año. Los típicos atascos, ya no lo son tanto.

La historia se ha repetido cada verano. Un clásico. La carretera comarcal CV-510 se da de bruces con una señal de «Stop» que regula la intersección con la Nacional 332. Y se armó el embotellamiento. La vía que enlaza la zona costera de la Ribera con la de la Safor soporta habitualmente un gran volumen de vehículos en ambas direcciones. Por la comarcal también discurre un número importante, especialmente de turismos que se dirigen a la playa de Cullera. Eso no sería un problema si no fuera porque el cruce está dentro del casco urbano de Favara.

Se trata de un pueblo dividido en dos por una carretera, una fórmula que se repite en varias localidades y que ha dado lugar en el código de circulación a la figura de las travesías. Con todo, esta se encuentra desde hace años entre los puntos negros más peligrosos de todo el país. Los accidentes mortales y los atropellos, de diferente gravedad, se han sucedido desde hace décadas sin que se planteara una solución. La ansiada variante de la Nacional pondrá fin a gran parte de este problema cuando entre en funcionamiento en cuestión de semanas.

No obstante, han sido dos elementos ajenos a esta obra los que han aportado una inesperada tranquilidad a los vecinos. Tanto el coronavirus como la liberación han favorecido a liberar de tráfico el municipio. «Hemos notado un gran alivio. Debido a la pandemia, hay menos gente que se desplaza a la playa. Eso es algo que también se ha podido experimentar en Cullera, cuyas rotondas también sufrían de manera exagerada el tráfico. Además, se ven bastantea más coches que salen desde la autopista», expone la alcaldesa de Favara, Oro Azorín.

La pequeña localidad de la Ribera Baixa, de unos 2.400 habitantes, se ha visto sobrepasada cada verano por la ingente cantidad de vehículos que, desde la Ribera Alta principalmente, discurrían por su municipio con el único objetivo de llegar a la playa de Cullera. La situación se agravaba, incluso, durante los fines de semana. «Los domingos siempre han sido insufribles. Hemos convivido todos los veranos con situaciones violentas y de riesgo de todo tipo: Accidentes, atropellos, sustos y pequeños golpes, repetidos toques de claxon e insultos. Pero este año ha sido diferente, ha sido fantástico», resume la alcaldesa.

Los vehículos han circulado con una fluidez inusual. «He comprobado, personalmente, esa tranquilidad. Me he acercado durante varios domingos a la carretera, a eso de las doce y media del mediodía, y me la he encontrado totalmente vacía. Eso antes era impensable», comenta al respecto Azorín.

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