El viernes 21 de agosto, festividad de la Virgen de los Lirios, falleció, a los 91 años, en el hospital de Alcoi el sacerdote valenciano Vicente Amargós Cerezo, natural de Polinyà de Xúquer. Fue ordenado presbítero en 1954. Quienes estudiaron en la Escuela Industrial de Alcoi1 entre 1955 y 1962 lo recordarán como profesor de religión durante esa época.

No estamos acostumbrados a ver que cuando un sacerdote se jubila, a los setenta y cinco años, le queden energías para otras empresas, pero Vicente no se lo pensó dos veces cuando a los ochenta y tres años decidió marchar de director espiritual y profesor a un seminario en la Ciudad de Bolívar y, dado su carisma, atender al mismo tiempo a la población indígena en las selvas de Venezuela.

Durante su etapa en Alcoi fue capellán del Santuario de la Font Roja y adscrito a la parroquia de san Mauro y san Francisco. Quienes tengan alrededor de setenta y cinco años o más, seguramente recuerden que fue consiliario de la JOC (Juventud Obrera Cristiana) y a continuación, consiliario nacional de la misma organización en Madrid desde 1963 a 1970. Entre los objetivos generales de la JOC, en la concepción de su fundador, el sacerdote belga Joseph Cardijn (1882-1967) se encontraban proporcionar educación y oportunidades a los jóvenes cristianos que vivían en barrios humildes, procedentes de familias con escasos recursos y en riesgo de exclusión social. Y entre los particulares, la formación a través de la acción, el apoyo a los equipos de base de revisión de vida obrera y los objetivos anuales de desarrollo personal y espiritual.

En 1970 Vicente fue destinado a la parroquia de san José Artesano en Valencia y dos años más tarde a la de Jesús Obrero del Grao, donde crearía una revista. En 1989 fue designado titular de la parroquia del Santísimo Cristo de Quart de Poblet-Aldaia donde se implicó en la inserción sociolaboral de la juventud. También trabajó en el Barrio de la Coma en Valencia. Estando en esa ciudad intentó entrar en la fábrica Ford de Almussafes para ejercer su apostolado, pero parece ser que no fue aceptado por su avanzada edad. Tras un año de ampliación de estudios en Roma fue nombrado titular de la parroquia Madre del Redentor en Paterna, donde estuvo nueve años.

Antes de su marcha a Venezuela en 2012 ejerció de capellán voluntario del centro penitenciario de Picassent (cárcel de mujeres) y también en esta población fundó una comunidad agrícola cuyos productos se llevaban al Mercado central de Valencia. Hasta aquí, el curriculum frío del sacerdote, si es que los sacerdotes se rigen por un curriculum , pues los que están al servicio de los demás no necesitan curriculum como pasaporte. De aquí en adelante, su labor social.

Hubo un momento en la historia de Alcoi que se buscaba a una persona con un perfil de dedicación a la clase obrera. El elegido para ese cometido fue Vicente a quien destinaron de profesor a la Escuela Industrial y de capellán al Santuario de la Fuente Roja; se necesitaba un hombre con tiempo para implicarse en la labor social de la ciudad. Con anterioridad ya había entrado en contacto con un consiliario francés de la JOC. También conectó con José Vila que había estudiado en los jesuitas en Comillas. Durante la estancia de José Vila en Comillas se relacionó con el sacerdote anteriormente mencionado, Cardijn, hijo de un minero, y se imbuyó del mensaje de la JOC. Cardijn se había inspirado en las enseñanzas de las encíclicas sociales de León XIII y Pío XI. Posteriormente José Vila y Vicente Amargós organizaron el movimiento de la JOC en la archidiócesis de Valencia.

Dada la extracción social humilde del padre de Cardijn, no resulta extraño que su hijo en un momento determinado decidiera entregar su vida por los trabajadores y la clase obrera. El mensaje de Cardijn a José Vila en el seminario de Comillas dio sus frutos al unirse a Vicente Amargós en Alcoi y muchos recordarán, por ejemplo, los campamentos que organizaba para trabajadores en la Font Roja y también en Xeraco.

Vicente rompió moldes en sus clases de religión ya que lo que él alentaba era la discusión pública y abierta, algo adelantado para su época en lo que lo usual era que el profesor impartiera su clase desde la tarima y el alumno la digiriera de forma pasiva en su pupitre. En el barrio de Caramanxel junto con Juan Moncho, también sacerdote y que le seguiría como profesor de religión de la Escuela Industrial y del IES Cotes Baixes (1964-1993), fundó una residencia para jóvenes inmigrantes. Vicente también mantuvo una estrecha relación con otros sacerdotes alcoyanos y hasta hizo una comunidad de bienes con lo percibido con Juan Llácer, cura de Batoi y Vicente Martínez, cura de la parroquia de Santa Rosa. Ese fondo servía para ayudar a los necesitados. En aquellos años el planteamiento de muchos sacerdotes era ser curas obreros, lo que significaba que además de las tareas parroquiales también iban al tajo como cualquier otro trabajador.

Fue también miembro de la asociación sacerdotal internacional El Prado cuya acción pastoral se ejerce en las periferias y lugares marginales y tiene como como misión anunciar a Jesucristo en un mundo de cambio continuo.

Resumiendo, un hombre ejemplar y comprometido con los demás, seguramente considerado figura incómoda y crítica por la jerarquía y el sistema imperantes, no acostumbrados a las personas que se salen de las filas rectas que marcan las directrices férreas de las instituciones y los organismos a los que pertenecen. No obstante, fue un hombre que siempre permaneció fiel al mensaje y a la estructura de la Iglesia.

¡Descanse en paz!