Las obras de urbanización del Respirall que el Ayuntamiento de Alzira impulsó en la segunda mitad de los años noventa llegaron a instalar en su calle el alumbrado público y el alcantarillado, pero nunca se cubrió con asfalto la capa de zahorra compactada que dibujaba el que debía a ser el nuevo vial de acceso a sus viviendas. Los vecinos de la calle Gesmilers se han cansado de esperar y han elevado una queja al Síndic de Greuges en la que exponen que, transcurridos más de 21 años desde que el ayuntamiento les expropiara terrenos para construir la carretera de acceso a sus parcelas y, tras varias varias reuniones con las autoridades municipales y los técnicos del ayuntamiento, «las obras continúan sin acabar». «Siempre nos dicen que pronto, pronto y pronto, pero jamás han puesto un solo euro en los presupuestos municipales para acabar esta carretera», incide el escrito elevado al defensor del pueblo valenciano en busca de amparo. El paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas han provocado desprendimientos en lo que, en lugar de una calle debidamente asfaltada, es un camino de piedras y tierra «lleno de baches y agujeros» en el que, relatan los vecinos, «las alcantarillas están descubiertas, cuando llueve el camino se descarna y es imposibe acceder a las parcelas». Los residentes se quejan de que, al no haberse acabado las obras, tampoco pueden vallar sus propiedades por su propia seguridad y señalan que se han visto obligados a habilitar un paso por dentro de parcelas particulares para que algunos vecinos puedan acceder a sus casas. «Es humillante que, a pesar de que pagamos las cuotas de urbanización en su momento y se nos expropiaron los terrenos, después de 21 años todavía no se hayan acabado las obras y el camino esté en el estado que está», señalan en la queja que, en representación de los cinco propietarios que hay en la calle, se ha elevado al Síndic de Greuges. Se trata además del único acceso a sus viviendas. Estas obras inacabadas de la calle Gesmilers es uno de los flecos pendientes de un proceso de urbanización envuelto en la polémica casi desde la selección del agente urbanizador en el año 1997. Los vecinos de El Respirall cuestionaron desde un principio la calidad de la obra ejectuda y acabaron por negarse a pagar las certificaciones. Por su parte, la urbanizadora acabó abandonando el proyecto en 2002 ante la resistenica del ayuntamiento a aprobar nuevas modificaciones de obra que la empresa consideraba necesarias para continuar y, con posterioridad, la justicia anuló el contrato. El Ayuntamiento de Alzira ha realizado en los últimos años algunas inversiones para completar aspectos del proyecto pendientes, especialmente en materia de electrificación, pero la urbanización permanece inacabada.