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Fauna

Las ardillas se extienden por montañas de Alzira hasta alcanzar zonas habitadas

Varios ejemplares se dejan ver por los chalés de les Valletes de Brú - Un experto las tenía localizadas en la zona más elevada de este paraje

Las ardillas se extienden por montañas de Alzira hasta alcanzar zonas habitadas

El autor del catálogo de especies vertebradas de Alzira, el ambientólogo Toni Rubio, ya alertó en la presentación del trabajo, pocos días antes de la declaración del estado de alarma, de la presencia de al menos dos parejas de ardillas en las montañas de Alzira. La tranquilidad derivada del confinamiento ha propiciado la expansión de este roedor que tenía localizado en la confluencia de les Valletes de Brú con las de Gall, en la parte más alta de esta zona montañosa, hacia zonas habitadas y parecen incluso haberse acostumbrado a la presencia humana. «Su tendencia natural es la expansión», comenta Rubio, mientras señala que las ardillas son «bastante oportunistas» y muchas veces, como pasaba hasta ahora en Alzira, «es más sencillo verlas en zonas antropizadas como la periferia de algunas urbanizaciones que en zonas forestales aparentemente menos alteradas» ya que tienen más facilidad para encontrar alimento.

«Al contrario que otros animales con peor fama, las ardillas suelen ser bien recibidas por lo que es raro que se lleguen a sentir amenazadas por los humanos», comenta. Rubio recuerda que se trata de una especie que, antiguamente, era habitual en las montañas si bien acabó desapareciendo por un conjunto de factores, la «persecución directa» a través de la caza, víctimas del veneno que se utiliza para otros roedores o la destrucción del hábitat y la desconexión de masas forestales. El técnico apunta al progresivo abandono de cultivos como un factor que ha permitido volver a conectar bosques y, posiblemente, la expansión de las ardillas, muy habituales incluso en parques urbanos en pueblos de Castellón y Alicante. Con todo, señala que las que ha podido detectar en Alzira son todavía bastante escurridizas y sólo se dejan ver en las copas de pinos blancos aunque, aclara, «no es necesario verlas para saber que están ya que dejan rastros muy característicos como las piñas roídas por el suelo».

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