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El ministerio reevaluará el riesgo de inundación para priorizar inversiones

El Gobierno licita un estudio del Xúquer para determinar qué actuaciones pueden ser más eficientes en la protección de la Ribera

El desbordamiento del Xúquer en la confluencia con el Albalda llegó a cortar la autovía A-7 en el temporal del pasado enero.

El Ministerio de Transición Ecológica licitará en los próximos meses un estudio de la llanura de inundación del Xúquer que debe determinar qué proyectos o actuaciones son los más eficientes en materia de prevención de avenidas y por tanto hay que priorizar. La elaboración de este documento se enmarca en el proceso de revisión del plan de gestión del riesgo de inundaciones iniciado hace cuatro años, según ha explicado el Comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Miguel Polo, que destacó la complejidad que presenta la Ribera desde el punto de vista hidrológico por la confluencia de barrancos y ríos, algunos de los cuales carecen de regulación. Polo abrió la puerta a que los ayuntamientos puedan realizar aportaciones en esta tercera fase del proceso de revisión, aunque advirtió de que la problemática contra inundaciones se debe abordar desde una perspectiva global ya que cualquier actuación puede tener repercusiones aguas abajo.

Sobre las propuestas que recogían los planes de defensa que en su momento presentó la propia CHJ, que llegó a propiciar el debate con la sociedad civil a través de una mesa de participación, Miguel Polo advirtió de que muchas de ellas han quedado desfasadas «en el sentido de que, en estos momentos, para diseñar una obra se tiene que realizar una evaluación coste-beneficio. Te obligan a justificar que lo que vas a proteger vale más que la obra de protección y en todo los sitios ese cálculo no da un resultado favorable». En el caso del Xúquer, Polo advirtió de que los pliegos que se están redactando en Madrid se estructuran en tramos «porque es inabordable pretender acometer una actuación entera en la Ribera del Xúquer».

El Comisario de Aguas detalló que la traslación de una directiva europea al ordenamiento jurídico español a través de un real decreto de 2010 obliga a redactar planes de gestión del riesgo de inundación, que se deben revisar cada seis años y que se estructuran en tres fases. Una inicial de evaluación preeliminar del riesgo; una segunda en la que se elaboran los modelos hidrológico que permiten definir las zonas inundables y, una vez identificadas las zonas que se inundan, la elaboración de un plan de gestión con actuaciones concretas. Las dos primeras fases ya se han completado. «El plan de gestión debe plantear medidas para eliminar el riesgo donde se pueda eliminar, mitigar el riesgo donde se pueda mitigar y allí donde no se pueda eliminar ni mitigar, convivir con él, pero siendo conscientes de que existe», comentó. Polo señaló que ya se realizó un primer plan de gestión para los primeros seis años en base a la información que disponía la CHJ, que es el que hay actualmente en proceso de revisión.

El Comisario de Aguas realizó estas declaraciones tras participar en la presentación de un proyecto de recuperación de dos tramos del río colonizados por la caña invasora, uno en Alzira y otro en Sumacàrcer, en un proceso al que los ayuntamientos de la comarca pretenden dar continuidad para aprovechar el río como recurso turístico.

Polo comentó que la eliminación de cañas por parte de la CHJ no está relacionada con el riesgo de inundación, sino que se realiza porque éstas impiden el desarrollo de especies autóctonas y crean un tapiz que hace imposible acercarse al río. Admitió que el bosque de ribera favorece la biodiversidad, pero advirtió de que dejar un cauce limpio propicia que el agua circule a mayor velocidad y genere más daño. «La vegetación frena el agua, eleva el nivel y provoca que se desborde suavamente, socializa los daños», comentó, mientras apuntaba que los técnicos apuestan por el bosque de ribera, pero prefieren las cañas «antes que no tener nada».

La presa de Montesa ayudará a controlar las avenidas del Albaida

El martes se cumplen 38 años de las inundaciones provocadas por la rotura de la presa de Tous que asolaron numerosos pueblos de la Ribera. Tras la catástrofe, la Administración realizó inversiones para mejorar la seguridad como la reconstrucción del propio embalse de Tous y las presas de laminación de Bellús o Escalona, obras contempladas en el plan contra avenidas de 1985, aunque cada vez que una gota fría -actualmente DANA- recorre la comarca recuerda que la amenaza del Xúquer o los barrancos sigue presente.

El Gobierno central llegó a presentar en el año 2000 un plan global de defensa contra inundaciones, aunque las denuncias por la falta de inversión han sido una constante a pesar de que diferentes documentos que la CHJ llegó a someter a un debate público detallaban todo tipo de actuaciones desde la desembocadura en Cullera -para favorecer el drenaje en el curso bajo- hasta las cabeceras de los ríos Sellent, Cànyoles o Magro para regular sus aguas con tres nuevas presas para evitar que sus crecidas alimenten al temido Xúquer. La inversión, que se llegó a cuantificar, era multimillonaria y prácticamente ninguno de aquellas propuestas se ha materializado.

Miguel Polo reveló que una de las obras que ya contemplaban aquellos planes de defensa se puede desbloquear en breve. Se trata de la presa de Montesa, una infraestructura destinada a regular el río Cànyoles, afluente del Albaida, que desemboca aguas abajo de Bellús por lo que, como sucedió en septiembre de 2019, sus crecidas bajan sin control y en ocasiones constituyen una seria amenaza para la Ribera. El Comisario de Aguas reveló que el ministerio tiene previsto licitar la redacción del proyecto de construcción de esta presa el próximo año al considerar que esta obra sí puede ser viable.

Polo defendió que las infraestructuras existentes han demostrado que funcionan ya que en los últimos años no se han registrado en la comarca grandes inundaciones.

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