El kiwi no tiene por qué ser solo verde. También puede ser amarillo e incluso rojo, variedades que ofrecen sabores diferentes, amplían el abanico de potenciales consumidores y que, sobre todo, empiezan a abrirse paso en el mercado con muy buenos precios para el productor. La finca experimental que la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA) gestiona en Polinyà de Xúquer ha incorporado estas especies de origen chino a sus parcelas para estudiar su adaptación al clima y al terreno en colaboración con la empresa Fruitgrowing Quality, que cuenta con una licencia exclusiva de un consorcio internacional para la reproducción de estas plantas en España y Portugal. El director de la empresa, Joaquín Rey, ofrecerá el miércoles una charla en la Finca de Sinyent para presentar a los agricultores estos kiwis como una alternativa a los cultivos tradicionales. También se ofrecerá una degustación.

«De alguna manera vimos que el kiwi verde estaba en auge, pero que la mayor parte de zonas de cultivo de València no llegan a las horas-frío que necesita la planta y, por tanto, faltaba producción y calidad. Pero, además, hay mucha oferta de kiwi verde y pensamos que había que buscar otras alternativas que tuvieran nuevos mercados y más aceptación», explica el director de la Finca de Sinyent, Óscar Martínez, mientras relata que, desde esta perspectiva, se optó por incorporar estas dos variedades, una de carne amarilla y otra de carne roja, «que están en proceso de introducción en València».

Joaquín Rey detalla que Fruitgrowing Quality trabaja con marcas protegidas. «No solo vendemos el patrón, sino que el agricultor tiene la obligación de comercializar la fruta a través de un club y de esta forma controlamos el precio de venta y aseguramos la rentabilidad», relata Rey, a la vez que apunta que el proyecto es alcanzar en una primera implantación una superficie de 500 hectáreas por cada variedad -la empresa cuenta con dos de kiwi amarillo y una de kiwi rojo- y, de cara al futuro, darle continuidad «pero mantenimiento siempre el mercado de tenso» de forma que la oferta se mantengan por debajo de la demanda. Rey comenta que en estos momentos se computan 52 hectáreas plantadas con la previsión de incorporar otras 50 en los próximos meses. El director de la empresa señala que la demanda del kiwi amarillo, más conocido que el rojo, está creciendo «en cifras de dos dígitos» y ha subido este año un 30 %.

Tanto Rey como el director de la Finca de Sinyent detallan que, frente al kiwi verde tradicional, algo más ácido y cuyo consumo suele estar vinculado en muchas ocasiones a que es rico en fibra, el kiwi amarillo es más dulce, mientras que el sabor del rojo evoca a la fresa, la frambuesa «y un poco de higo». «Los kiwis amarillos y rojos se comen por hedonismo, por el placer de comer una fruta dulce que está en su punto», expone el director de la empresa, que destaca que la recolección de estas tres variedades se realiza de forma escalonada y no se solapan en el mercado.

Las plantanciones de kiwi deben protegerse con una malla antiviento y también se está instalando un doble sistema de riego, goteo y microaspersión. «Es una fruta que no tiene pelo y se deshidrata, por lo que es imprescindible protegerla del viento», comenta. La infraestructura requiere de una inversión inicial elevada para el agricultor, si bien Rey defiende que la posibilidad de controlar la superficie de cultivo también garantiza la rentabilidad al tener controlada la oferta. Joaquín Rey comenta que la fruta tiene un precio de mercado alto, en torno a 4,5 €/kilo, y la empresa intenta liquidar a tres euros el kilo de kiwi rojo y a dos las variedades de kiwi amarillo.