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Dos pueblos inventados

Dos de los diseñadores que ganaron el concurso de la Generalitat para planificar el traslado destacan el reto que suponía construir de cero dos municipios tras la pantanada de Tous

Dos pueblos inventados

Las inundaciones provocadas por la rotura de la presa de Tous en octubre de 1982 -esta semana se han cumplido 38 años- dejaron un balance catastrófico tras afectar a 29 municipios y una huella imborrable en cada uno de ellos pero, para dos pueblos en particular, aquella trágica jornada del 20 de octubre marcó un antes y un después en su historia. Habían sufrido una doble inundación, una matinal causada por el desbordamiento del río Sellent y una vespertina por un Xúquer que bajaba hiperalimentado por la incontinencia del pantano. Una de las medidas de impacto que acordó la Generalitat tras la catástrofe fue plantear el traslado de Gavarda y Beneixida a emplazamientos más elevados que garantizaran su seguridad.

Se trataba de construir dos pueblos nuevos de la nada y, polémicas al margen -especialmente en el caso de Gavarda, donde un grupo de vecinos se negaron a abandonar sus casas-, supuso todo un reto para dos equipos de arquitectos, algunos de ellos muy jóvenes, que asumieron la responsabilidad de diseñar estos núcleos urbanos tras ganar los concursos de ideas convocados por la Administración autonómica.

«El proyecto era muy complejo por la topografía, con pendientes muy pronunciadas», recuerda Julio Gómez-Perretta, uno de los integrantes del equipo que diseñó la nueva Gavarda, mientras señala que dados los condicionantes del terreno, se quiso reproducir el concepto de un pueblo de montaña, con el ayuntamiento y la iglesia en la cota más alta, mientras que en la zona baja, inundable, se diseñó el parque y la zona deportiva para facilitar la evacuación de aguas. «Sobre todo queríamos que fuera un pueblo que fuera legible a nivel urbanístico, que tuviera cierto orden y no fuera un galimatías», apunta.

El técnico considera que la elección del emplazamiento «era buena» desde el punto de vista de la inundabilidad, ya que eliminaba cualquier riesgo, aunque presentaba problemas «para gente que tenía sus tractores y sus bicicletas, acostumbrada a un pueblo plano. Nosotros intentamos hacerlo lo más amable posible», reflexiona Gómez-Perretta, que formó equipo con el alcireño Antonio Such, Ignacio Carbonell y Fabián Llisterri.

Gómez-Perreta destaca como un aspecto «innovador» el sistema modular diseñado para la construcción de las viviendas, de forma que se podían componer de diferentes formas según las necesidades, «lo que permitió que hubiera mucha variedad», incide, y recuerda que se buscó combinar el concepto de vivienda rural «con un toque de modernidad». Por otra parte, y ante la tradición de sentarse «a la fresca» de tertulia a la puerta de casa en las noches de verano, relata que se optó por habilitar una pequeña antesala en cada casa ya que la pendiente de las calles suponía un claro obstáculo a esta práctica.

«La obra civil fue verdaderamente compleja, fueron dos o tres años de mucha tensión, pero creo que ha funcionado bien. Fue una experiencia muy interesante desde el momento que dimos voz a los vecinos para elegir sus viviendas. Creo que el pueblo ha envejecido basante bien», comenta. El equipo también asumió el diseño de la iglesia.

El arquitecto alicantino Rafael Paya, por su parte, participó junto a otros cinco técnicos en el diseño de la nueva Beneixida. Recuerda que proyectar un pueblo entero «de la nada, donde sólo había un naranjal», supuso un reto «ambicioso» en el que los técnicos que constituyeron el equipo Set i Mig tuvieron una especial preocupación en crear un eje cívico que sirviera como centro de reunión de los vecinos.

«El traslado suponía perder la plaza del pueblo antiguo y había que dar importancia al centro cívico, con un jardín y una escultura para fomentar que la gente se reuniera», recuerda. «No es lo mismo que un promotor te encargue 243 viviendas en bloques, que hacer un pueblo ya que no son las viviendas, sino cómo se va a relacionar la gente», expone el técnico, ya jubilado, mientras repasa que se concibieron dos tipos de casas, una con patio pensando en la gente del campo y otra con bajos comerciales en el centro para dar vida al eje principal. Paya ha regresado varias veces a Beneixida y comenta que la uniformidad de colores con que se diseñó se ha ido ampliando. «Se ha revitalizado, fue muy interesante».

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