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La pandemia alarga la vida a los doseles

El coronavirus impidió exhibir esta singulares escenografías de la Semana Santa de Alzira cuando estaban casi acabadas

Las cofradías piden ayudas al ayuntamiento para mantener unas obras habitualmente efímeras de cara al próximo año

Una imagen del dosel que la Hermandad de la Santa Cena montó en el año 2019. | VICENT M. PASTOR

Puigvert y otra cofrade, cuando preparaban el dosel de 2020. | V. M. PASTOR

La confección de los doseles, uno de los elementos más representativos de la Semana Santa de Alzira, suele ser laboriosa y comporta muchos meses de trabajo aunque se trata de unas composiciones artísticas efímeras que apenas pueden contemplarse unos días, en el mejor de los casos, entre el Lunes y el Jueves Santo. La declaración del primer estado de alarma a mediados de marzo cogió a las hermandades y cofradías con el trabajo prácticamente acabado, aunque la pandemia obligó a suspender una tras otra las principales manifestaciones festivas y no se llegaron a exhibir. El coronavirus ha prorrogado por primera vez un año la vida de los doseles que, si las circunstancias lo permiten, la Junta de Hermandades y Cofradías prevé abrir al público en 2021, aunque los motivos elegidos para sorprender a los visitantes con estas escenificación que tienen a las imágenes de los diferentes pasos como protagonistas sigue siendo un secreto para la gran mayoría.

Los precedentes más próximos que han alargado la vida de algunos doseles remiten a la celebración el año pasado en Alzira del Encuentro Nacional de Jóvenes de Hermandades y Cofradías, que la organización aprovechó para mostrar este elemento singular de la Semana Santa local, lo que mantuvo hasta septiembre media docena de doseles. Unos años antes, en 2015, con motivo del Encuentro Nacional de Hermandades y Cofradías, también se dejaron montados algunos hasta septiembre cuando, habitualmente, su ciclo acaba el Viernes Santo al retirar las imágenes para la procesión del Santo Entierro. Este año batirán récords de longevidad, admite el presidente de la Junta de Hermandades y Cofradías, Vicent Fábregues.

La necesidad de conservar durante más de un año estos conjuntos construidos por lo general con materiales muy frágiles, ya que su vida es corta, ha llevado a diferentes cofradías a solicitar ayudas al ayuntamiento por el coste adicional que representa. «Cuando se declaró el estado de alarma los doseles estaban montados prácticamente al 99 %, se han pedido ayudas para intentar mantenerlos con la idea de que se puedan mostrar el año que viene», comenta Fábregues, al tiempo que señala que con la premisa prioritaria de garantizar la salud, la idea de cara al próximo año es «celebrar lo que se pueda».

«Tenemos claro que, hoy por hoy, es inviable pensar en que podamos celebrar una procesión como la del Viernes Santo. Aunque la situación mejore, no creemos que vaya a ser un año normal, pero si se pueden abrir los doseles o realizar alguna adaptación para que se puedan contemplar desde fuera, sería una idea», comenta. Con todo, según se acordó en la última asamblea, las cofradías esperarán hasta finales de enero o principios de febrero para, en función de la coyuntura, tomar decisiones sobre las celebraciones del próximo año.

Las cofradías, con el grueso del trabajo adelantado, contemplan el año con la perspectiva de tener los doseles a punto de cara a la próxima Semana Santa, explica el Hermano Mayor de la Santa Cena, Alejandro Puigvert, la primera cofradía a la que el ayuntamiento ha concedido la subvención para mantener el dosel y, posiblemente, la más alta: 2.500 euros. Puigvert señala que normalmente se empieza a trabajar en el dosel en noviembre y aguanta bien hasta marzo o abril, pero el calor afecta sobremanera al corcho y las colas y provoca que se descuelguen piezas o que salte la pintura. Fábregues apostilla que la humedad de algunos bajos afecta a la conservación, mientras que hay cofradías que han contratado un seguro.

La inversión es un dosel varía mucho. En unos casos, son los cofrades los que dedican su tiempo libre durente meses; en otras, el clavario lo encarga a decoradores, aunque también hay fórmulas mixtas. «Nunca he preguntado lo que cuesta, pero se sabe que hace ya años se montaron doseles que habían costado 24.000 €», comenta Fábregues. Miles de personas acuden cada año a contemplarlos.

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