La campaña agrícola de la Ribera se encuentra en uno de sus puntos más álgidos. Tras el parón en la recolección de cítricos y caquis provocado por las lluvias, el campo vive una actividad frenética que, en ocasiones, puede chocar con algunas de las normas sanitarias para evitar contagios de Covid-19. Algo que los sindicatos y la Inspección de Trabajo vigilan de cerca. No obstante, al extremarse las medidas de prevención, todavía no se ha detectado ningún brote que pudiese poner en peligro la campaña.

Ni UGT ni CC OO tienen constancia, de hecho, de la aparición de brotes de Covid en el entorno laboral relacionado con el campo, lo que no quita que existan contagios. «Hay positivos que afectan al sector agrario, claro, pero como cualquier otro ámbito de la sociedad. No obstante, no se han traducido en contagios de plantillas o turnos, se trata de casos aislados que ni siquiera llega a tener un contrato estrecho con otros compañeros», detalló ayer al respecto la secretaria de Sector Agrario y Manipulado Hortofrutícola de UGT, Delia García.

Los almacenes son, desde el fin del verano, uno de los principales puntos de actividad laboral de la comarca. Desde antes de que comenzase la campaña centraron buena parte de las miradas, tanto de autoridades sanitarias como municipales y autonómicas. Había (y todavía hay) mucho en juego: empresas, cooperativas, productores y muchos, muchísimos trabajadores dependen del buen funcionamiento de la campaña agrícola. Y, claro está, más de un empleado podía llegar a temer por su salud y la de su familia.

«A nadie le conviene que se frene la actividad por tener que realizar PCR y aislamientos masivos», apuntaba sobre esta cuestión el secretario comarcal de CC OO, Josep Antoni Carrascosa, que prosiguió: «La Inspección de Trabajo ha insistido en que las directrices marcadas son de obligado cumplimiento, no meras recomendaciones. Y ahora más que nunca se debe actuar con precaución porque nos encontramos en época de máxima actividad, tenemos más de 20.000 personas trabajando en estos momentos en el sector agrícola».

Zonas de uso común

Al respecto, García subrayó una serie de buenas prácticas que se han implementado y que, a juicio de los representantes de los trabajadores, deberían llevarse a cabo en el resto de almacenes, empresas o cooperativas del sector: «Pese a que es mucho más complicado que en cualquier pequeña empresa local, en la mayoría de almacenes se cumplen los protocolos, con elementos de seguridad y distancia. El problema más grande que tienen es, precisamente, en los parones para el almuerzo. Cada vez más empresas optan por las jornadas partidas para evitar esa posibilidad de contacto, pero donde se trabaja a turnos no se puede hacer. Algunos optan por instalar carpas para ganar espacio a los comedores, nosotros proponemos realizar grupos burbuja para ese momento, con turnos también para el almuerzo, lo que permitiría controlar cualquier brote posible», apuntó la representante sindical. Carrascosa, por su parte, incidió en la importancia de la limpieza y desinfección de los espacios comunes, ya sea comedores como baños.

No obstante, hay un eslabón de la cadena que puede encontrarse con más situaciones de vulnerabilidad. Se trata de los «collidores». «Todavía a día de hoy, muchos van en furgonetas o coches compartidos, es cierto que están las mascarillas, pero supone siempre un riesgo», coincidieron tanto García como Carrascosa. Asimismo, se producen grandes aglomeraciones en puntos concreto durante la organización de la recolección.

«Sería un desastre»

Ya sea a la hora del almuerzo o antes de empezar el trabajo, ambos sindicatos insisten en la necesidad de erradicar al máximo estas prácticas que pueden suponer un mayor riesgo. «Un brote podría arruinar la campaña y sería un completo desastre. Pero también es cierto que este sector no ha parado de trabajar, ni siguiera durante la primera oleada de la pandemia. El riesgo siempre va a estar ahí mientras la pandemia permanezca activa pero estamos demostrando que se hacen muchas cosas bien», concluyó García.