La UD Alzira aspira a todo este año. Sus sólidos registros en este inicio de temporada no están al alcance de todos los equipos del subgrupo A del grupo VI de la Tercera División, pese a que más de uno tiene un potencial futbolístico y económico envidiable. De los siete partidos que ha disputado hasta la fecha, solo ha perdido uno. Ha empatado dos y ha ganado los otros cuatro. La última victoria se produjo el pasado fin de semana ante el Atlético Saguntino, al que goleó por 4-1 y le arrebató la primera plaza de la clasificación.
Durante los primeros minutos, ambos equipos se respetaron y protagonizaron tímidos ataques. Fueron los de la Ribera, no obstante, los que se adelantaron en el marcador, aunque hubo que esperar al minuto 25, momento en el que Adri se adentró en el área desde el costado derecho y perforó la portería rival sin contemplaciones. El Saguntino no dio su brazo a torcer y pocos minutos después tuvo una clara ocasión para lograr el empate, pero el remate de Luis García se marchó fuera. Sin embargo, el peligro no llegó con tanta claridad a las áreas.
El paso por los vestuarios le sentó mejor a los de Dani Ponz que a los del Camp de Morvedre. No hubo que esperar mucho para ver un nuevo gol azulgrana. Tras un saque rápido en una falta lateral, Abel colgó el balón al área donde encontró la cabeza de Mauro, que lo envió al palo opuesto del guardameta, que únicamente pudo mirar cómo entraba en la portería. Varios minutos más tarde, el Alzira sacó provecho de otra jugada a balón parado. En concreto, un saque de esquina se convirtió en el segundo en la cuenta particular de Mauro, que volvió a estar acertado de cabeza. El Saguntino reaccionó y buscó recortar distancias, aunque el tiempo jugaba en su contra. Tuvo una buena oportunidad en las botas de Luis García, pero Vicent Dolz no erró. A poco menos de veinte minutos para el final, Abel puso un 4-0 que, sin ser definitivo, fue una sentencia en toda regla. Fue el mencionado García, exjugador azulgrana, el que logró el tanto de la honra para los suyos prácticamente en la siguiente jugada.
El Saguntino se hinchó de moral en los últimos compases y, con nada que perder y mucho que ganar, se lanzó en busca de un imposible. Llegó a estrellar un balón en el larguero y a poner en aprietos a Dolz y a la zaga alzirista, pero ninguno de sus intentos logró el ansiado gol.
