El tiempo pasa, pero la búsqueda no cesa. A principios de diciembre se cumplió un año de la desaparición de Kata y Bob, dos perros de razas potencialmente peligrosas que se encontraban en un campo de Sueca, pero Vanesa Ronda sigue empeñada en encontrar alguna pista que permita recuperar los perros de su hermano. En las redes sociales, pero también en la calle distribuyendo carteles con las únicas fotos que conserva de ellos. Ha recurrido incluso a una persona que asegura poder contactar por telepatía con animales, que le ha facilitado datos sorprendentes para alguien que no las conocía, pero ni rastro de los perros. Está convencida de que, si bien en un primer momento se escaparon del cercado en el que se encontraban, alguien se los apropió y los retiene.

Más se prolonga si cabe la búsqueda de Rex, un pastor alemán alsaciano que había desaparecido tres meses antes en Algemesí. Carol García, su propietaria, no sólo se ha tatuado su imagen en un brazo sino que, cada día 4, a través de las redes sociales, renueva el mensaje con la imagen del perro que lleva quince meses desaparecido. «No voy a desistir. Tengo la esperanza de que tarde o temprano se cansarán, lo soltarán y aparecerá», comenta. En este proceso ha adoptado dos pastores alemanes y tiene ya cuatro mascotas, «pero me falta Rex», afirma. Ha dejado de colgar carteles por recomendación de las fuerzas de seguridad y ha levando un metro y medio la valla por la que accedieron los ladrones a la parcela en la que se encontraba el can.

La esperanza de Vanesa de encontrar a los perros flaquea, pero no la voluntad de mantener la búsqueda. «Tengo claro que los perros no los voy a recuperar, pero no podemos dejar de buscarlos. A Bob lo hemos criado con biberón, son como de la familia», comenta. Para más angustia, prácticamente todas las fotos que tenían de los animales en un móvil las perdieron «y no tenemos ni un recuerdo». La familia sigue pagando el seguro de responsabilidad civil al tratarse de razas potencialmente peligrosas aunque, según incide, son dóciles.

El 5 de diciembre de 2019 un vecino los llegó a ver sueltos por el camino, por lo que sospechan que escaparon del campo en el que se encontraban, aunque nada más han sabido de ellos. En este proceso, el ofrecimiento de una persona para tratar de localizarlos a través de lo que veían los perros les ofreció una información llamativa como la obsesión de Bob por las pelotas de tenis, así como otras pistas, que no han servido para localizarlos.

«Los tiene alguien y esa persona sabe que los buscamos. He perdido la esperanza, pero tengo que seguir buscando», comenta Ronda. «Ya un año sin rastro de vosotros. Sé que os ha cogido alguien, eso lo tengo claro, ya que sois de casa y nunca os habíais escapado, espero que quien los tenga, al menos os trate bien. No son perros de pelea, son perros caseros. Sé que no volveremos a vernos», expone en una de sus últimas publicaciones en Facebook.