La tensa relación entre el Ayuntamiento de Alzira y la parroquia de Santa Catalina a cuenta de la restauración de la torre-campanario no se relaja ni siquiera en Navidad. Las suspicacias vienen de lejos. Se arrastran desde que, hace dos décadas, las directrices del Plan Especial de Recuperación de la Vila (el casco histórico de la ciudad) chocaron con los objetivos de la iglesia y se agravaron cuando el entonces gobierno del Partido Popular pretendía dejar al descubierto los restos del absidiolo gótico aparecido tras el altar primitivo del templo y planteaba dejar exento el torreón, que en su origen fue un elemento de vigilancia civil ajeno a la actividad religiosa. La desconfianza entre ambas instituciones se mantiene hoy respecto a la urgencia de la intervención que evite la caída de cascotes a la vía pública ante el grave deterioro que presenta sobre todo el pináculo.

Los técnicos municipales consideraron en marzo que el riesgo de desprendimientos exigía una restauración inmediata, vallaron el entorno de la torre gótica y conmimaron al párroco, Enrique Masiá, a actuar de inmediato. Los requerimientos no han surgido efecto hasta ahora, aunque la Junta de Obras de la parroquia alega que nunca «ha dejado de trabajar para conseguir la restauración». El proyecto se elaboró durante el verano, se presentó a mediados de septiembre en la conselleria y fue aprobado por los técnicos de la Generalitat el día 2 de diciembre. La autorizacion indica que «caducará si no se han iniciado las actuaciones en el plazo de dos años».

El ayuntamiento ha apremiado en varias ocasiones al cura para que desmonte el pináculo como medida cautelar para evitar riesgos, pero Masiá considera «mejor» dejar «perfectamente restaurados todos los elementos» antes que desmontar la parte superior del viejo campanario como propone el consistorio. La parroquia reconoce el mal estado de la torre y reitera su compromiso de «cuidar del patrimonio heredado de nuestros antepasados», aunque alega que en este momento se están solicitado presupuestos a empresas especializadas y anuncia que, «cuando todo esté a punto», ya solicitará el permiso de obras al ayuntamiento.

Hasta ese momento, la Junta de Obras solicita a las autoridades locales que cesen las hostilidades. «Pedimos que deje de constreñirnos con notificaciones amenazantes y deje de filtrar noticias sobre un expediente administrativo privado». El gobierno municipal, formado por representantes de Compromís y el PSPV, ha enviado hasta ahora tres requerimientos al cura. «En definitiva pedimos que se enfoquen las relaciones con la parroquia en un clima de cordialidad que para nada supone dejar de lado la legalidad, puesto que no hemos dejado de atender, y con creces, aquello que es necesario para la restauración de la iglesia de Santa Catalina», defienden los gestores del templo.

Mientras tanto, el último número de la revista que edita la parroquia no deja pasar la oportunidad de publicar una foto de 1995 junto a otra actual con el ánimo de demostrar que las patologías de la torre que el ayuntamiento considera ahora urgentes no han cambiado en los últimos 25 años. La cuerda sigue tensada.