El próximo miércoles se cumplirán cuarenta años del secuestro del empresario alzireño Luis Suñer Sanchis a manos de la banda terrorista ETA. Un suceso que quedó grabado a fuego en la memoria colectiva de la ciudad.

En otras circunstancias, su nombre habría pasado por debajo del radar, pero el fisco español resultó un gran delator. Ostentaba una de las principales fortunas de España en 1980 y el gobierno de la UCD lo aireó ese año con un listado de empresarios que mayores beneficios habían obtenido durante aquel ejercicio. El fundador de Avidesa, al mando de su imperio industrial, figuraba en los primeros puestos. Aquello no debió pasar desapercibido para la banda terrorista, quien decidió secuestrarlo un año después para intentar lucrarse de la pujanza económica del alzireño. El de Luis Suñer sería para la historia el primer secuestro que la banda terrorista realizó fuera del País Vasco a una personalidad ajena al mundo de la política.

El suceso, del que pronto se cumplirán cuarenta años, mantuvo en vilo durante tres meses a toda la ciudad, que no alcanzaba a entender cómo el conflicto nacionalista vasco había derivado en la desaparición de su vecino más ilustre. Además, puso en jaque al, por entonces, debilitado gobierno de Adolfo Suárez, que convirtió el secuestro de Suñer en un asunto de Estado. El ministro de Interior, Juan José Rosón, a petición directa del propio Suárez, movilizó un importante número de fuerzas de seguridad del Estado que tomaron las principales ciudades de València en busca de su paradero, pero no lograron encontrarle.

Trabajadores maniatados

La fragilidad del gobierno estatal era tal que Suárez anunció su dimisión tan solo quince días después de que los terroristas se adentrarán en la sede de Avidesa y se llevasen a Suñer. Según se pudo saber con el paso del tiempo, un comando compuesto por siete terroristas (cinco hombres y dos mujeres) irrumpió a última hora de la tarde en el despacho de la factoría número 3 de Avidesa desde el que Suñer dirigía un imperio que, como el ejecutivo de Suárez, también se desmoronaría. Los terroristas arrancaron los teléfonos y se llevaron al magnate. Allí estaba presente el ya desaparecido José Palacios, que ejercía de mano derecha del empresario y que se convirtió en portavoz de la familia durante el cautiverio. Pocos detalles más se conocieron de los hechos, tanto de su época de cautiverio como de su posterior puesta en libertad ya que la familia y su círculo más cercano siempre se mostraron reacios a la hora de rememorar el suceso aunque un libro editado por el centenario de su nacimiento reveló algunos de los detalles.

El empresario alzireño fue capturado el 13 de enero. Palacios y otros empleados quedaron maniatados en la factoría. Permaneció ajeno a todos los acontecimientos que se sucedieron después como la renuncia de Suárez o el posterior golpe de Estado fallido protagonizado por Antonio Tejero. ETA mantuvo a incomunicado al industrial ribereño, que por entonces ya tenía setenta años. Tres meses exactos pasó privado de su libertad.

La banda exigió un rescate de 600 millones de pesetas. La familia abonó 325 que salieron de la sede central del Banco de España. Se trataba de billetes de pequeñas cantidades que estaban marcados para que la policía pudiera seguir su rastro. Se introdujeron en una bolsa y se lanzaron desde un tren nocturno de largo recorrido en un lugar pactado con los terroristas.