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El puerto de València agrava la erosión de las playas de Sueca

El cambio de trazado del Túria y las escasas aportaciones hídricas que llegan a l’Albufera también influyen

Imagen de archivo de un tramo muy erosionado de la playa de Les Palmeres en el que desapareció la arena por completo. | VICENT M. PASTOR

La influencia de las sucesivas ampliaciones del puerto de València ha sido determinante para agravar la erosión sufrida por las playas del término de Sueca en las últimnas décadas. Los expertos contratados por el Ministerio de Transición Ecológica para estudiar las causas del grave deterioro que registra ese tramo del litoral, que en algunos casos ha provocado reducciones de la línea de costa que alcanzan los setenta metros, admiten que esa gran infraestructura portuaria supone «una barrera total al paso de sedimientos» y es «una sombra de oleaje». A su poderoso influjo también se suman otros condicionantes, como el Plan Sur de València, que modificó el trazado tradicional del río Túria, la urbanización desmedida de la costa y la disminución de las aportaciones hídricas de los ríos que llegan al lago de l’Albufera.

Juntos a los sucesivos bocados que el puerto de València le ha dado al Mediterráneo, las nuevas obras de regulación del Túria, impulsadas por la catastrófica riada que asoló la ciudad de València en 1957, supusieron «otra importante limitación», según recomnocen los especialistas, del aporte natural de sedimentos al litoral de la Ribera Baixa. Los materiales que transporta el cauce fluvial se quedan ahora aguas arriba de los azudes y los embalses que se construyeron para retener caudal para el riego y minimizar los efectos de futuras inundaciones. Los efectos sobre las playas del término de Sueca son notorios.

Otro de los grandes obstáculos ha sido la construcción asociada al crecimiento exponencial de la población y el turismo. En los últimos cincuenta años la acción humana ha sido muy perceptible en las cuencas bajas, convertidas en suelo fértil tanto para la agricultura como para el negocio turístico. El número de encauzamientos de caudales y el crecimiento de las áreas urbanizadas, tanto residenciales como industriales, ha provocado una importante merma en el aporte de sedimentos arenosos a la red fluvial y, en última instancia, a las playas.

En cuanto al gran humedal valenciano, los técnicos hacen constar que la propia Confederación Hidrográfica del Xúquer también ha registrado una disminución de las aportaciones hídricas desde los años ochenta, cuyos efectos resultan cada vez más patentes en el volumen de agua natural que recibe el lago de l’Albufera, circunstancia que también supone un descenso de la carga sólida que la laguna aporta a los arenales de la costa.

Los tres quilómetros y medio que separan la Gola de El Perelló de la Gola del Rey, que van a ser objeto de un plan de regeneración de las playas que prevé intectar 475.000 metros cúbicos de arena que se succionará del fondo marino con una draga anclada a 2.000 metros de la orilla, han registrado una profunda transformación urbanística que no solo llenó el litoral de grandes bloques de apartamentos sino que supuso la eliminación del cordón dunar, que siempre ha sido un eficaz medio de defensa contra los grandes temporales.

El primer paseo marítimo, de 290 metros, se construyó a principios de los años sesenta en Las Palmeras. Este tramo de costa coincide con la zona que presenta menos anchura de arena, que ha desaparecido en algunos puntos, muchas veces por completo, coincidiendo con periodos de fuerte oleaje. En los años noventa, el paseo marítimo se alargó hacia el sur, al tiempo que se construía también en El Perelló. La destrucción de estas estructuras durante el severo temporal registrado hace un año demuestra la grave degradación de la zona.

La construcción del puerto deportivo del Perelló también ha influido en la desnaturalización de la costa suecana, aunque en este caso su comportamiento ha sido inverso, ya que en lugar de restar ha agrandado el arenal en los 200 metros situado más al sur.

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