La activación del servicio de recogida de basura a la carta, que incluye como novedad el formato «puerta a puerta» en nueve localidades; la construcción de un albergue comarcal como base de un nuevo modelo en la recogida de animales abandonados; o la finalización de la vía verde que discurre por el antiguo trazado del «trenet» Carcaixent-Dénia son algunos de los retos que tiene sobre la mesa la Mancomunitat de la Ribera Alta, que dan cuenta además de la diversidad de objetivos que la suma de fuerzas permite acometer y, por lo que a la prestación de servicios respecta, a menor coste. Son algunos de los proyectos con mayor repercusión mediática de una cartera de servicios que ha ido creciendo desde que el 11 de enero de 1996 -el lunes se cumplieron 25 años- se constituyera en l’Alcúdia esta asociación de entidades locales con la finalidad de desarrollar «todos aquellos servicios y recursos» que demandaran los municipios, pero también con la pretensión de «velar por el ámbito comarcal, entendiendo y vertebrando la comarca como una comunidad natural, histórica, integrada e integradora».

La Mancomunitat es hoy un ente plenamente consolidado que ha cumplido ese objetivo vertebrador y, prueba de ello, es que no sólo agrupa a los 35 ayuntamientos que conforman la Ribera Alta sino que el año pasado también integró a la Entidad Local Menor de la Barraca d’Aigües Vives. Veintidós fueron los ayuntamientos representados en la asamblea constituyente celebrada en l’Alcúdia, a la que siguió un goteo de adhesiones que se completó en 2005 con la incorporación de Catadau. Una comarca entera con 220.000 habitantes como potenciales destinatarios de los servicios mancomunados a través de esta agrupación supramunicipal que ha pasado de contar con un presupuesto de apenas 23 millones de pesetas en 1997 (138.979,34 €) a gestionar este año más de nueve millones de euros.

«Yo creo que la Mancomunitat sí ha ayudado a vertebrar la comarca estos 25 años y esa es la apuesta que vamos a mantener, más aún con una herramienta tan útil como va a ser la Llei de Mancomunitats, que diferencia entre esas pequeñas mancomunidades que agrupan a dos o tres pueblos para construir un pozo o prestar un servicio de aquellas que tenemos la visión de ser el eje vertebrador de la comarca y receptoras de todas las políticas supramunicipales que tienen encaje en la comarca», destaca el actual presidente, Txema Peláez, mientras subraya que «la propia ley nos reconoce como interlocutores prioritarios para implementar las políticas en nuestros territorios y eso nos va a potenciar aún más».

Constitución del consorcio

En este proceso de lo que se ha venido en denominar «fer comarca», y dados los recelos que históricamente ha generado la posibilidad de integrar en una única mancomunidad también a la Ribera Baixa, en el año 2001 se constituyó el Consorci de la Ribera, una institución que agrupa a las dos grandes mancomunidades para coordinar políticas comunes, desde aspectos relacionados con el empleo a la promoción turística, pasando por la construcción del albergue de animales, en lo que representa otro de los hitos de la historia reciente.

Txema Peláez apunta como ejemplo del progresivo desarrollo del ente que de los 35 trabajadores que tenía la Mancomunitat cuando tomó posesión en el mandato anterior se ha pasado a 130 en el conjunto del consorcio, y destaca que ha sido en el ámbito de los Servicios Sociales donde más ha crecido esta dotación.

La constitución de la Mancomunitat de la Ribera Alta en 1996 cerraba casi cuatro años de debates con reuniones multitudinarias en un proceso en el que el entonces alcalde de l’Alcúdia, el socialista Francesc Signes, que a la postre sería el primer presidente, tuvo un protagonismo indiscutible como impulsor, si bien comparte la paternidad con los integrantes de la comisión que participó en la redacción de los estatutos y de la que formaban parte, entre otros, los entonces alcaldes de Algemesí y Carlet, Emili Gregori y Mª Ángeles Crespo, por el PSPV y el PP, respectivamente; los munícipes de Benifaió y Alberic, Vicent Choví y Domingo Morcillo, ambos ya fallecidos, en representación de UV y EU, además del concejal de Alfarp Gerard Donat en representación de UPV. En los años ochenta, especialmente tras las inundaciones de Tous, hubo varios intentos fallidos de agrupar a los municipios si bien Signes logró en el año 1992 el compromiso de los ayuntamientos para arrancar un proyecto que acaba de cumplir 25 años.

Txema Peláez señala como otros retos de cara a un futuro próximo conseguir que las zonas de la Ribera que están sufriendo el fenómeno de la despoblación -en particular los pueblos de la Vall del Xúquer, así como l’Ènova o Senyera- sean reconocidos como municipios de riesgo por la Administración y, con una perspectiva más amplia, resume, «mantener lo que tenemos, consolidar los servicios y mejorarlos».

Experiencia piloto de coordinación ante emergencias

Las comarcas de la Ribera y la Safor han sido seleccionadas por la Secretaría Autonómica de Emergencias para participar en una experiencia piloto para la coordinación de recursos en caso de inundaciones, incendios o en la búsqueda de personas desaparecidas, según ha revelado el presidente de la Mancomunitat de la Ribera Alta, Txema Peláez. «Partimos de una dispersión total de recursos, cada uno sabe lo que tiene en su municipio, pero no tenemos una estructura comarcal y la Generalitat quiere crearla para situaciones de lluvias intensas que se repiten de forma recurrente o en caso de incendio. La idea es establecer un protocolo de actuación y una estructura en el ámbito comarcal que permita cubrir incluso zonas que no tienen ni Policía Local ni Proteccion Civil», indicó.