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El cierre perimetral sirve a Sollana pero no es tan efectivo en Guadassuar

La localidad de la Ribera Baixa registra la mitad de casos de los que tenía - La otra alcanzó su pico máximo tres días antes de que concluyese

Vigilancia de los accesos de Guadassuar. | POLICÍA LOCAL

El cierre perimetral del municipio es una de las diversas medidas impuestas por el Consell para frenar los contagios de Covid-19. En la teoría, reducir la movilidad es un mecanismo eficaz para contener al virus. En la práctica, no siempre ha dado los resultados deseados. En la Ribera se encuentran la cara y la cruz. Mientras en Sollana la incidencia de casos se redujo notablemente, en Guadassuar no tuvo un resultado tan efectivo e inmediato.

Tras la Navidad, y ante el mínimo repunte de positivos por coronavirus, muchos alcaldes se manifestaron a favor de cierres perimetrales en los municipios que gobiernan. La existencia de controles policiales en los accesos, que solo podrían atravesar residentes o trabajadores, se consideraba una medida eficaz para reducir el riesgo de contagio.

El Consell cerró perimetralmente una treintena de municipios el seis de enero, entre ellos Sollana y Guadassuar. La evolución en la localidad de la Ribera Baixa resultó francamente positiva. A inicios de diciembre, apenas existían dos o tres casos activos. La cifra experimentó un incremento considerable con el paso de las semanas y, en los primeras días de enero, se alcanzaba el récord particular de la pandemia, con 75 casos. Eso suponía sobrepasar la barrera de los 1.500 por cada 100.000 habitantes. Los contagios cayeron hasta situarse en algo menos de la mitad hace unos días.

Por encima de 3.000

En Guadassuar, por su parte, encaró las fiestas con alrededor de una quincena de casos activos detectados. Ya tenía, entonces, una incidencia acumulada de más de 250. Pero la cifra creció sin control durante las sucesivas semanas. El cierre se decretó la Noche de Reyes, pero los positivos de Covid alcanzaron su pico el 17 de enero, tres días antes de que éste dejara de funcionar. Se llegó a una tasa de incidencia de 3.028 por cada 100.000 habitantes al superar los 180 contagios en dos semanas. Desde entonces, y ya con las fronteras municipales abiertas, sí que se ha experimentado un cierto descenso de casos. El último dato publicado por el consistorio, referente al 24 de enero, cifraba en 135 los positivos en catorce días, lo que suponía una incidencia acumulada de 3.028.

Si bien es cierto que, aunque el cierre perimetral concluyó, han entrado en vigor nuevas medidas más restrictivas (la clausura temporal de la hostelería o la reducción de horario del comercio no esencial. Éstas, poco a poco, surtirán efecto y, salvo sorpresa, en las próximas semanas se reducirá la incidencia del virus hasta niveles que se consideren más óptimos.

Unos criterios que no solo dependen de los contagios

Los alcaldes de la comarca nunca han tenido claros los criterios que seguía al gobierno valenciano a la hora de decretar un cierre perimetral. Sollana no ha sobrepasado una incidencia de 1.500. Una cifra que han superado otros municipios que no fueron clausurados por el Consell, que tuvo que aclarar que no es el único factor que motiva dicha medida. Sin ir más lejos, en la Ribea hay muchos ejemplos de municipios con datos de contagios peores. Càrcer o Fortaleny, por ejemplo, han excedido una incencia acumulada de 4.000 en los últimos días. Sus máximas autoridades han solicitado, en no menos de dos ocasiones, la clausura de sus accesos al considerarlo una medida eficaz. Sin éxito.

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