El escultor de las frutas
El alginetense Juan Carlos Pérez-Grueso da color a eventos con sus arreglos hortícolas

El escultor de las frutas / rubén sebastián. alzira
rubén sebastián. alzira
Arte efímero y comestible. Es lo que realiza con un cuchillo e infinita paciencia el vecino de Alginet Juan Carlos Pérez-Grueso, que se dedica en cuerpo y alma al tallado y decoración de frutas y hortalizas. Donde cualquiera ve un alimento, él contempla un lienzo en blanco con múltiples posibilidades. Aunque, quizás, su trabajo se asimile más al de un escultor que da forma a un bloque de mármol. La pandemia, como a todos, ha reducido sus posibilidades laborales, pero espera que la situación mejore pronto para continuar mostrando su arte en todo tipo de eventos.
Pérez-Grueso, de 54 años y nacido en Madrid, dejó su lugar de nacimiento para llegar a tierras valencianas. En la agricultura y, más tarde, en la restauración encontró oportunidades de trabajo. De hecho, en este último sector permaneció hasta hace pocos años. «Me dediqué a varias tareas en un restaurante, aunque finalmente me quedé trabajando en la repostería», explica a Levante-EMV y añade: «Con el tiempo, vi reducidas mis obligaciones y mi jornal. Por aquel entonces, un amigo me descubrió el mundo del tallado de fruta».
De modo autodidacta, dio sus primeros pasos gracias a unos DVD en los que la conocida Judit Comes (ganadora de varias medallas a nivel internacional en certámenes gastronómicos) enseñaba los primeros pasos para aprender a tallar y decorar frutas u hortalizas. «Me interesé muchísimo en este tema e indagué más a través de internet. Así me enteré de que es un arte de origen chino con miles de años o que en japonés se llama Mukimono. Antiguamente, las frutas talladas se utilizaban como ofrenda a los dioses cuando una personas moría. Vi muchos canales asiáticos. Decían que para tallar fruta se requiere un don, que no todo el mundo es capaz de hacerlo, pero como ocurre en cualquier ámbito, con la práctica se consiguen cada vez mejores resultados», afirma Pérez-Grueso.
Hace aproximadamente cuatro años de aquellos inicios. «Al final dejé mi trabajo y me dedique a ello. Le vi potencial porque vi que a la gente le gustaba lo que hacía», recuerda el alginetense, que empezó a llamar a puertas para ofrecer su arte efímero: «Un establecimiento de comida para llevar de aquí me mostró su interés y, juntos, empezamos a mover todo esto para conseguir cada vez más eventos en los que poder mostrar mi trabajo y realizar bandejas de frutas con decoraciones».
A lo largo de este tiempo ha realizado algunas exhibiciones en restaurantes y ofrecido sus frutas decoradas en eventos diversos. No obstante, la pandemia ha supuesto un obstáculo. «Este último año es en el que más me había implicado. He adquirido muchos conocimientos, aunque pienso que todavía estoy rompiendo mano. Poco a poco parecía que esto cogía buen sabor, pero el virus lo ha fastidiado todo», expone el alginetense de adopción.
Aunque los motivos florales y formas geométricas son muy recurrentes, Pérez-Grueso es capaz de tallar sobre la fruta prácticamente cualquier cosa. Sirva como ejemplo la calabaza convertida en cesta de la derecha.
Medir los tiempos
Cada fruta u hortaliza tiene sus tiempos y peculiaridades. «La sandía, por ejemplo, cuando está buena para comer tiene unas condiciones ideales para su tallado. En el caso de la calabaza, es mejor cogerla verde porque está más dura. Pero bueno, todo depende también de jugar mucho con el frigorífico y los antioxidantes para que su conservación. A mí, particularmente, me gustan las sandías o las papayas, aunque en general disfruto mucho con todas las que tienen grandes contrastes cromáticos», señala.
A falta de eventos, comparte sus obras en redes sociales. Pero espera con ansia una mejoría de la situación sanitaria que traiga de nuevo grandes eventos y celebraciones como bodas o comuniones. Tiene claro que quiere vivir del tallado de fruta, aunque sabe que es difícil. Pero se declara un entusiasmado de su proyecto.
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