Mi madre no era un número

Me dirijo a usted, Sra. Consellera de Sanidad, desde mi condición de ciudadana, con el objeto de hacerle llegar, directamente y sin más intermediarios, mi rechazo sobre el modo en que están ustedes desarrollando la gestión de esta pandemia, que a tantos nos está haciendo sufrir. Y, además, como letrada para exigirles las responsabilidades que corresponden.

Desde el dolor profundo de una ciudadana que acaba de perder a una madre he de decirle, y se lo digo desde el máximo respeto tanto hacia usted como hacia la institución que representa, que las decisiones sobre protocolos y medidas que están adoptando para la contención de la pandemia son totalmente nefastas.

Mi madre, una persona mayor que tristemente ha venido a engrosar sus cifras de fallecidos por Covid, no era un número. Trabajó toda su vida en la sanidad y sacó adelante a su familia, ganándose el respeto y el cariño de cuantos la conocieron. Pero a ustedes eso no les importa…

Su «protocolo» no distingue y obliga a una persona mayor sin patologías previas, pero con claros síntomas de coronavirus, a permanecer más de hora y media a la intemperie (recuerde que el día 11 de enero el frío era insufrible) delante de su centro de salud en Alzira, a la espera de que le fuera realizada la PCR, cuando su prueba estaba programada para las 9,30 h. de ese día. Nadie le informó (nos informó) de que la prueba podía hacerse en casa. Nadie le aconsejó que se no desplazara al centro de salud cuando ya se encontraba con fiebre, tos… Nadie la hizo pasar dentro del centro y que estuviera sentada y al abrigo… Nadie mostró ni un mínimo detalle de humanidad hacía ella… Sé que están desbordados, que no tienen medios suficientes (o al menos eso nos cuentan… pero eso ya es otro debate) pero alguien tiene que decirle que en su conselleria han olvidado lo fundamental, su obligación principal para con la ciudadanía, la razón de ser de su cargo y que recoge el art. 43 de nuestra Constitución. Repásenlo, porque es obvio que lo desconocen.

Y tal vez si las consecuencias de su ineptitud, desconocimiento y negligencia no fueran tan dramáticas, la cosa no iría a mayores. Pero cuando lesionan nuestro derecho a la protección de la salud, tienen ustedes que hacerse responsables. No hay otra.

Le repito que Dª Mercedes Monreal Enguix no era un número. Era alguien que, como todos nosotros, tenía derecho a que ustedes cuidaran de su salud. Pero es que además se lo ganó, como tantos otros sanitarios a lo largo de toda su vida, lo que hace que este dolor que siento se vuelva indignación y desprecio cuando leo en prensa que 150 altos cargos en esta Comunidad han acudido a vacunarse, pasando por encima de otras personas más vulnerables pero parece ser que menos «importantes», porque creen en una suerte divina de que están por encima del bien y del mal, que esa varita mágica que se llama elecciones democráticas los hace superiores a los demás cuando son simplemente unos pedigüeños, analfabetos culturales, y pícaros en el país del Lazarillo de Tormes.

Mi madre no recibió la vacuna y hoy podría estar viva.

Y ¿qué hace Ximo Puig, presidente de la Generalitat Valenciana para «castigar» a estos malotes? Pues, insultando nuestra inteligencia, nos dice que ha dado instrucciones a la Conselleria de Sanidad para que no se les ponga la segunda dosis… ¿De verdad piensan que pueden engañarnos así? La solución no se encuentra en esta estupidez, pues así sólo perdemos las 150 vacunas que se administraron a estos «listos» que se aprovecharon de su privilegiada posición. Y, como usted debe saber, vacunas precisamente no nos sobran…

Yo exijo que se les sancione primero política y luego económicamente y tal vez judicialmente. De eso seguro que saben ustedes más que yo. Aunque puedo sugerir que esos «listos» que se encuentran en su formación política sean apartados de la misma, porque aquel servidor público que prima sus intereses personales sobre los del resto de sus conciudadanos en todo actuará de la misma manera y, por ello, no merece ni estar en su partido ni representar a ningún ciudadano.

Al margen de su color político, haga usted lo que debe. Actúe con honestidad y que su conselleria asuma las responsabilidades que correspondan, primero como responsable directa por la nefasta y descontrolada gestión de la pandemia y, en segundo lugar, como responsable subsidiaria por la actuación de sus subordinados.

Confío en que lo hará.