La inminente restauración de la torre gótica de Alzira pone fin a 1 año de disputas
La parroquia sellará las grietas y reforzará el pináculo sin desmontarlo en unas obras que se prolongarán durante los próximos dos meses

La torre campanario vista desde la plaza del Sufragio. | V. M. PASTOR / pascual fandos. Alzirap. f.
pascual fandos. Alzirap. f.
La parroquia de Santa Catalina se dispone a iniciar en los próximos días las obras de restauración de la torre-campanario tras un año de rifirrafes con el Ayuntamiento de Alzira que comenzó cuando, a las puertas de la «crida» fallera de 2020 -un acto que concentra a cientos de personas a los pies de esta construcción gótica-, los técnicos alertaron de graves deficiencias y del riesgo «inminente» de caída del pináculo que corona la torre. El párroco, Enrique Masiá, confirmó ayer que ya ha firmado el contrato con la empresa seleccionada para reparar los desperfectos de la torre, por lo que el inicio de los trabajos se presume «inmediato». Masiá señaló que la intervención diseñada por el arquitecto Javier Hidalgo representa una inversión próxima a los 60.000 euros y deberá estar finalizada en un plazo máximo de dos meses.
El párroco solicitó formalmente el pasado 14 de enero la licencia municipal para acometer esta intervención tras un pulso de meses en el que incluso impugnó una orden de ejecución dictada por el consistorio en noviembre ante la demora en acometer los trabajos de consolidación. La petición se cursaba apenas unos días después de que la corporación rechazara ese recurso. Con anterioridad, a principios de noviembre, ya había obtenido la autorización de la dirección general de Cultura al proyecto de Javier Hidalgo que, según expone Masiá en el díptico informativo, va más allá del requerimiento para desmontar el pináculo que realizó el consistorio.
«Nuestro criterio ha sido realizar un auténtico proyecto de restauración y no de desmontaje, de modo que en el espacio en el que actuemos quede restaurado de la forma más definitiva posible. Vamos a analizar las patologías, sellas las grietas, consolidar el pináculo sin desmontarlo, reponer elementos faltantes y enlucir con la capa de mortero para devolverlo a su estado original», expone el párroco. Masiá aprovecha el escrito para lanzar algunas puyas al ayuntamiento y, en particular, cuando alega que «hechos que algún día deberán ser aclarados» obligan a la parroquia a realizar una restauración urgente de la torre campanario. «No ha caído», comentó.
El ayuntamiento ha otorgado recientemente la licencia de obras en una resolución que recoge los condicionantes impuestos por Cultura -que se retiren las piezas cerámicas del balcón del segundo nivel de la espadaña para poder recomponerlas en el futuro- y recuerda que, de cara a futuras intervenciones, la torre deberá quedar exenta -ahora tiene la sacristía pegada-, una criterio que recoge tanto el Plan Especial de Protección de la Vila como el plan director de la parroquia.
Masiá busca 150 familias que paguen un euro al día
La parroquia ha lanzado la campaña «Una Cuaresma Restauradora» con el objetivo de obtener fondos que permitan afrontar la reparación de la torre gótica. La iniciativa busca reunir 150 familias dispuestas a aportar un euro al día durante un año, una fórmula similar a la que se empleó para la construcción de la Casa de Cáritas, si bien en aquella ocasión colaboraron más de 400 familias durante dos años. «La restauración de la torre campanario debe ser una obra de todos. Esta acción nos reconcilia con la historia y el patrimonio que hemos heredado», expone el párroco en un folleto informativo distribuido entre la feligresía. Las portaciones se pueden realizar a través del banco e incluso por «bizum».
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