«Estamos mejor, pero no estamos bien». Es el mensaje que Salut Pública trasladó ayer a los consistorios integrados en el Departamento de Salud de la Ribera y que los alcaldes hicieron suyo. Son tiempos para el optimismo, pero en los que no tiene cabida la euforia. Aunque el ritmo de contagios ha caído y también se reduce la presión en el hospital, todos coinciden en que bajar la guardia sería un error mayúsculo.

«Los vecinos de la comarca deben entender que, en estos momentos, hemos pasado de estar mucho tiempo en Cuidados Intensivos y, por fin, estamos en planta a la espera del alta. Hemos mejorado, pero eso no implica que estemos bien», expusieron fuentes de Salut Pública a Levante-EMV.

A nivel comarcal, la tendencia de los contagios varió de rumbo el 25 de enero. Desde entonces, se ha producido un ligero descenso que se ha acentuado en los últimos días, que ofrecen datos cada vez menos preocupantes. En el área de salud ribereña se cifra la incidencia acumulada en unos 262 casos por cada cien mil habitantes, lo que supone superar, por muy poco, el límite de 250 que la OMS considera de alto riesgo. No obstante, esa caída de contagios no se notó en el hospital hasta hace aproximadamente quince días. «Se han hecho las cosas bien y las restricciones han funcionado», añadieron las mismas fuentes. No obstante, subrayaron que todavía es pronto para que se desate una euforia similar a la vivida, por ejemplo, durante el verano. «Si hoy abren los bares y la gente se va de fiesta, en una semana los contagios volverían a subir muchísimo y en quince días el problema se trasladaría al hospital.

Por localidades, son varias las que ya se encuentran, incluso por debajo de los 250 casos por cada cien mil habitantes. La incidencia acumulada en Carlet se situaba en 126, mientras que en Cullera era de 207. También rebajan dicho umbral Carcaixent (237), Almussafes (210) o Alginet (134).

Alzira, por su parte, bordea el límite ya que sus 115 contagios en catorce días representan una incidencia de 251. «A este ritmo, en una semana llegaremos a un nivel óptimo. Pero hay que mantener el esfuerzo que estamos haciendo, reduciendo nuestras relaciones sociales, para poder llegar a una incidencia que se sitúe por debajo de los cien casos por cada cien mil habitantes», manifestó el alcalde, Diego Gómez.

Fortaleny respira con cierto alivio pero sin dejar de lado la cautela. La localidad de la Ribera Baixa no tenía, a fecha de ayer, ningún contagio activo. El dato es más sorprendente si se tiene en cuenta que, hace apenas un mes, multiplicaba casi por veinte el indicador de máximo riesgo.

De hecho alcanzó, a mediados de enero, una cifra récord al situarse en una incidencia acumulada de 4.800 casos por cada 100.000 habitantes. Un dato que solo ha superado Càrcer. La impotencia reinó en el consistorio, que en diversas ocasiones, incluso antes de que se decretase la clausura de los bares, reclamó al Consell medidas específicas, como el cierre perimetral, para reducir el número de contagios. No obstante, la localidad de la Ribera Baixa salió del precipicio, tres semanas después, al rebajar el índice a tan solo 201.

La evolución favorable no se ha detenido y Salut Pública trasladó ayer al consistorio que, al fin, era un pueblo libre de coronavirus. No obstante, el ayuntamiento es consciente de que se trata de una circunstancia que solo puede ser momentánea si sus vecinos se relajan demasiado. «El equipo de gobierno y la oposición damos las gracias a todos por el esfuerzo, pero ahora es el momento de mantener estos datos. No olvidemos que lo hemos pasado muy mal, tampoco a aquellos que hemos perdido por el camino. Podemos evitar volver a pasar por esta situación tan angustiosa. No nos podemos permitir bajar la guarda y actuar con sentido común para que todo vaya bien», insistió el consistorio, en un llamamiento a la prudencia y a mantener las medidas de seguridad para evitar nuevos contagios.

Fortaleny: de 4.800 por 100.000 habitantes a cero

«No olvidemos el pasado y a los que hemos perdido por el camino», insiste el consistorio

r.s. alzira

Tras prácticamente superar la tercera ola, con miles de contagios y un par de centenares de muertes, las autoridades sanitarias muestan su procupación por la inminente llegada del buen tiempo que, junto a la relajación de las restricciones, propiciará de nuevo numerosas reuniones sociales. La paella o barbacoa en los chalés y casas de campo o las quedadas para almorzar, por ejemplo. «Sería un error pensar en tanta socialización mientras no tengamos más vacunas», advierten.

Preocupa la inminente llegada del buen tiempo