El incendio declarado el sábado por la tarde en la orilla del Xúquer con focos en Gavarda, Antella y Sumacàrcer ha sido hasta ahora el más llamativo por la superficie quemada -que en algunos tramos afectó además a campos de cultivo colidantes- y la espectacularidad de la llamas, aunque no es el único registrado en la zona en las últimas semanas y todo apunta a que se trata de fuegos provocados. «Sospechoso» es el calificativo al que ayer recurrieron varios alcaldes de la zona al valorar esta sucesión de fuegos, que el domingo contabilizó un nuevo junto a una fábrica de ataudes en Càrcer. Otro tramo del río sufrió semanas atrás el paso de las llamas en Cotes.

«Nos preocupan estas prácticas», reconoció ayer el alcalde de Sumacàrcer, David Pons, convencido de que el factor humano está detrás de estos incendios. «Parece que alguien se está dedicando a quemar cañares, se está intentando vigilar con los medios que tiene el ayuntamiento, pero por desgracia no tenemos policía las 24 horas y los incendios se producen siempre cuando acaba el turno, lo que los hace más sospechosos aún», incidió.

El Consorcio de Bomberos computa lo sucedido el sábado como tres focos de un mismo incendio a pesar de que, por ejemplo, entre el fuego declarado en la partida del Oro de Antella y el que se inició en la partida del Bosc, también en término de Antella aunque pasó a Sumacàrcer, distan alrededor de tres kilómetros.

El fuego causó daños en campos colindantes. «En mi caso han sido cuatro naranjos, es insignificante, pero da rabia que algo que tenías en buenas condiciones y estaba bien cuidado desaparece de la noche a la mañana, porque igual que han sido cuatro perfectamente podían haber sido 15 o 16», comentó Julio Manuel Pons, uno de los agricultores afectados, que lamentó que la presencia de campos abandonados ayuda a propagar estos incendios de cañas y genera más daños en otros cultivos.