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Más de un millar de republicanos esclavizados por el franquismo en trabajos forzados

Trabajaron también en la minería

Nuevos datos aportados por el área de Memoria Histórica de la Diputación de València y extraídos del Archivo General Militar de Guadalajara permiten conocer a los 1068 vecinos de la comarca que fueron esclavizados en los batallones de trabajos forzados instaurados por la dictadura. Aparecen habitantes de todas y cada una de las localidades, menos de Cotes.

Los datos, en ocasiones, son una vergüenza. De toda una sociedad. De un régimen. De un momento histórico. 1068. No es un número. Son personas. Exactamente ribereños. Los vecinos de la comarca que fueron esclavizados en los batallones de trabajos forzados instaurados por el bando golpista afín a Franco para castigar a los que fueron tildados como enemigos de España y que lo pagaron muy caro cuando acabó la contienda. La represión fue feroz. Y no sólo contra aquellos que venían del frente. También contra sus familias.

La lista afecta a todos los pueblos de la comarca menos a Cotes. Con especial incidencia en las grandes ciudades como Alzira, Algemesí, Carcaixent, Sueca o Cullera pero con casos de gran notoriedad como Alberic o Corbera, que contabilizan 61 y 45 prisioneros explotados laboralmente a pesar de su tamaño más reducido. La media es altísima. En total, 1068 según los datos aportados por el área de Memoria Histórica de la Diputación de València y que se pueden consultar en el portal web de la corporación provincial. Este periódico lo ha hecho para conocer a los vecinos de las localidades ribereñas. Su nombre y apellidos, el lugar de procedencia, batallón asignado, quinta y destino.

El recuerdo permite el homenaje. El reconocimiento silencia, de alguna forma, la ofensa. Porque fueron vecinos que, tras la guerra, vencidos y hambrientos, fueron convertidos en un rentable negocio y para ello se los esclavizó. Se beneficiaron de su trabajo la dictadura y sus defensores. La rentabilidad de la esclavitud.

José Fabrich Ortega, de Carlet; José Nicolás Latorre, de Benifaió; Julio Hernández Salvador, de Sollana; Vicente Giner Andreu, de Antella; Emilio Ferrando Ortega, de Gavarda; o Rafael Soriano Moncho, de Riola. Son sólo algunos nombres de una lista de más de mil. En total, fueron 755 los vecinos de la Ribera Alta explotados laboralmente durante años, por 313 de la Ribera Baixa. La localidad con más personas explotadas es Alzira, con 129; seguida de Cullera con 85, Algemesí con 78, Sueca con 74 y Alberic con 61. Entre las poblaciones de menor tamaño destacan, por su gran incidencia, la Pobla Llarga con 29 personas en los batallones de trabajo esclavo; Corbera con 45; Sant Joanet con 19; Polinyà de Xúquer con 16; o Riola con 15.

El Decreto del Nuevo Estado, aprobado en mayo de 1937, concedía el derecho al trabajo a los prisioneros y presos políticos, lo que otorgaba falsa legalidad a estos castigos, por lo que los presos realizaron, por toda la geografía española, diversos trabajos en áreas dispares como la construcción de carreteras y vías férreas, minería, agricultura y fortificaciones. En total, 5.422 valencianos esclavizados cuya identidad se ha podido conocer tras un somero trabajo de investigación con la consulta archivística de más de tres mil cajas almacenadas en el Archivo General Militar de Guadalajara. Procedían inicialmente de la Inspección de Campos de Concentración y la Jefatura de Campos de Concentración y Batallones Disciplinarios, que se encargaban de supervisar a los prisioneros republicanos desafectos al nuevo con la dictadura que acababa de nacer.

La represión de las mujeres y su duro «exilio interior»

Las mujeres vivieron un exilio interior. En silencio. Durante décadas. No sólo hubieron de padecer con la explotación laboral de sus maridos o hijos o verlos partir a otros países para siempre, sino que hubieron de soportar el estigma social y la discriminación de parte de sus vecinos. También otro tipo de represión, como el castigo más funesto. Algunas, sobre todo en los años posteriores a la guerra, fueron maltratadas públicamente, violadas y avergonzadas. Otras fueron obligadas a limpiar calles, recoger cosechas o desplegar tares domésticas en casas de personas afines al régimen. Dicha lista de represaliadas nunca saldrá a la luz. No hay archivos pese que afectó a miles. A centenares de miles. La represión silenciada.

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