El avistamiento es singular como pocos. Pese a que los jabalíes son animales que acercan cada vez más a los cascos urbanos, resulta sorprendente poder observar ejemplares tan cerca del mar. La noche del pasado jueves, uno de reducido tamaño, posiblemente una cría, deambuló por el tranquilo y vacío paso marítimo de El Perelló.

Seguramente propiciado por el toque de queda, que reduce al máximo la presencia humana en las calles a partir de las diez de la noche, el ejemplar de jabalí se dio un paseo por las calles de El Perelló. Circuló a sus anchas, sin vehículos que le molestasen, por varias calles de la Entidad Local Menor de la Ribera Baixa. La insólita imagen llamó la atención de algunos vecinos, que capturaron el momento en unas fotografías que han circulado activamente a través de redes sociales.

Es habitual, y cada vez más, que animales como los jabalíes o las cabras, típicos de los paisajes montañosos, se dejen ver en cascos urbanos durante incursiones de exploración para localizar alimentos. Lo más inusual es que aparezcan a escasos metros de la playa, un hábitat muy diferente al suyo.

Debido a la pandemia, los colectivos de cazadores han alertado en diversas que la limitación de su actividad ha propiciado que este animal, que ha alcanzado la consideración de plaga, se expanda cada vez más por la Ribera. Además de la ausencia de su principal depredador, el hombre, el jabalí se beneficia del mayor abandono de campos, en los que prolifera el matorral, idóneo para refugiarse. 

Precisamente, el sector agrícola es uno de los que más sufre la actividad de este animal. Se repiten a lo largo del año las escenas de campos agujereados y árboles dañados por jabalíes, que escarban para alimentarse de las raíces. Más peligrosos son, no obstante, sus desplazamientos a través de las carreteras. Suponen, de hecho, un peligro en ciertos tramos, en los que se suceden los accidentes de vehículos que se topan con jabalíes.