Lleva tatuada en la espalda, sobre la cicatriz que le dejó una intervención quirúrgica que evitó que quedara postrado en la cama, la frase «Where is the limit?» (¿Dónde está el límite?) y él mismo responde a la pregunta: «El límite se lo marca uno mismo».

La afirmación cobra un valor especial en boca de este joven de Montserrat que hace cinco años y unos meses pasaba de urgencia por el quirófano tras detectarle los médicos un tumor benigno que le presionaba la médula espinal y reducía su movilidad a cada día que pasaba y que, pese a las secuelas que le dejó -una discapacidad reconocida del 35 %-, cuando se calza las zapatillas se siente capaz de superar cualquier obstáculo.

Raúl Espinosa Bensach, que hoy cuenta con 32 años, tuvo que firmar un documento de aceptación del riesgo antes de someterse a la intervención que alertaba de que era muy probable que no volviera a andar. Hoy aspira a una beca de la plataforma Where is the limit? -el mismo lema que luce en la espalda- para afrontar a lo largo de los próximos meses las cinco media maratones del calendario Superhalfs (Lisboa, Praga, Cardiff, Copenhaguen y València), las cinco media maratones que en España conforman la denominada «Liga Nacional de Running Plátano de Canarias» (Barcelona, Sevilla, Behobia, València y Madrid) y, como colofón, despedir el año a lo grande con el Maratón de València.

Tatuaje que camufla la cicatriz de la operación.

Los primeros síntomas

La historia de superación de Raúl Espinosa arranca el mismo día que pasó por el quirófano del Hospital Nou d’Octubre en el año 2015. Recuerda que horas después de la intervención cayó tres veces de la cama por intentar levantarse y que, al día siguiente, con ayuda, ya caminaba por los pasillos del hospital para sorpresa del personal sanitario que le atendía. Tenía 27 años, le fascinaba el deporte y sabía que su vida podía dar un vuelco inesperado.

Todo había empezado a torcerse en octubre de ese mismo año mientras preparaba su participación en el maratón de València y, según relata, al levantarse una mañana detectó que «algo no iba bien». «Mi cuerpo notaba algo extraño, la zona de la espalda cada día me dolía más, así que decidir ir al hospital y en la resonancia me detectaron una astrocitoma medular de bajo grado a nivel D1». De los dolores a la pérdida de movilidad y sensibilidad hasta que, según explica, le plantearon rápidamente la necesidad de pasar por el quirófano ante el riesgo de «quedar como un vegetal».

Asegura que no había leído hasta hace poco el informe que detallaba las secuelas que le dejó el tumor. «Decidí afrontar la vida como venía», señala. «Yo sabía que mi pierna y mi pie izquierdo ya no volverían a ser lo que eran, que eran mucho más débiles y por eso solo tuve en mi mente una cosa desde el minuto cero y era que yo iba a volver a correr». Con el tiempo y un gran esfuerzo día a día no sólo ha conseguido volver a correr sino que afronta retos que parecían inimaginables.

«Me costó muchísimo poder andar de nuevo y no digo correr, pero con la ayuda y recomendaciones de mi médico, mi enfermera y, por supuesto, mi fisioterapeuta en la rehabilitación, cada día era un día menos de sufrimiento», relata Espinosa, mientras recuerda que a los pocos días de la operación salió de casa a dar un paseo solo pese al riesgo que suponía «ya que no levantaba la planta del pie» y cualquier desnivel u obstáculo en la calzada podía haberle provocado una caída. Recorrió un kilómetro de ida y otro de vuelta. «No sé cómo lo hice», confiesa.

Ese primer reto le llevó a convencerse de que volvería a correr. «A los dos meses de la operación aproximadamente me puse mis zapatillas como si fuera a correr un maratón. No recuerdo el ritmo que llevaba, solo tenía muchísimo cuidado de no tropezar en ningún hoyo o en la misma acera. Los sentimientos aparecieron y no paraba de llorar, quería que ese momento no terminara nunca, lo estaba disfrutando y cuando llegué a casa me sentía la persona más feliz del mundo», relata. Raúl Espinosa volvió a participar en el maratón de València del año 2018. «Acabé muy mal, caminando, pero lo acabé, es el único que he hecho», comenta.

Una beca para afrontar el reto

Ha continuado entrenando a diario muy duro. Los problemas de movilidad que arrastra en su pie izquierdo son propicios a los tropiezos aunque, interiorizados ya los movimientos que debe realizar para evitarlos y recuperado un nivel de forma elevado, decidió solicitar una beca de la plataforma Where is te limit (WITL)? para, con su historia de superación como telón de fondo, afrontar un desafío deportivo mayor si cabe. «El deporte forma parte de mi vida, sin él me apagaría como una vela. Yo no creo que el cuerpo tenga un límite, el límite se lo marca uno mismo y es ahí donde uno marca la diferencia con el resto del mundo», reflexiona este deportista, que asegura que las pruebas que propone realizar en menos de un año representan «más que un reto». «Sé que sufriré, algunos días lloraré en los entrenos de sufrimiento y alguna vez de alegría, pero estoy seguro de que lo conseguiré», manifiesta convencido.

La propuesta de Espinosa ha sido seleccionada y ahora participa en una votación popular que le puede abrir las puertas de los retos que analiza el jurado. El atleta de Montserrat prevé destinar la beca a calzado deportivo ante la necesidad de renovar a menudo las zapatillas por el mayor desgaste que sufre la de su pie izquierdo debido a la lesión, las inscripciones en las carreras y los desplazamientos y alojamientos. Se compromete a destinar el dinero que pueda sobrar a la Asociación Española Contra el cáncer.