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La Ribera acumula dos mociones de censura en apenas año y medio

La primera destitución de un cargo público tras las elecciones de 2019 se registró en Guadassuar 38 días después de la investidura - También cambió la alcaldía en Montroi el pasado verano

Antonio Carrascosa saluda a Vanessa Baixauli tras arrebatarle la alcaldía de Montroi. | PERALES IBORRA

La fallida moción de censura de Murcia o el anterior y célebre tamayazo son casos puntuales. Cuando las fuerzas políticas se plantan en los hemiciclos para destituir o investir candidatos, las negociaciones previas aseguran en altos porcentajes el resultado final del proceso. Suele haber poco lugar para la sorpresa. En el caso de la comarca, todavía no se ha completado el segundo año de la legislatura y ya se han producido dos cambios de alcaldía a través de este mecanismo democrático.

La primera alcaldía que cambió de manos tras las elecciones municipales de 2019 fue la de Guadassuar. Los comicios dejaron un escenario en el que el Partido Popular fue la fuerza más votada mientras aunque Compromís y PSPV sumaban los suficientes concejales como para organizar un gobierno progresista en mayoría. Pero la falta de entendimiento para alcanzar un acuerdo similar al del Pacte del Botànic saldó la votación de investidura con el popular Vicent Estruch como alcalde de Guadassuar.

Las direcciones de uno y otro partido, y por su puesto los votantes, se echaban las manos a la cabeza ante un desenlace que fue esperpéntico. Finalmente, el sentido común se impuso a las batallas de egos. Nacionalistas y socialistas llegaron al entendimiento que no lograron tras las elecciones y, tras repartirse la alcaldía como buenos hermanos, promovieron la moción de censura contra Estruch, que pasará a la historia como uno de los munícipes más breves de la Ribera con un mandato de tan solo treinta y ocho días.

Algo más de un año después, en agosto de 2020 y con la Covid ya presente, el PSPV, Gent per Montroi y Tots Som Montroi lanzaron un órdago contra la alcaldesa popular, Vanessa Baixauli. Se da la circunstancia de que Baixauli alcanzó la vara de mando también mediante una moción de censura. La historia se repitió, pero en su contra.

La elevada fragmentación del hemiciclo, con diversas formaciones independientes de ámbito local, dejó un escenario complicado tras las elecciones de 2019. Baixauli accedió a la alcaldía en minoría, como le ocurriera a Estruch, ante la falta de entendimiento de otras fuerzas que sí sumaban.

Tras meses de limar asperezas (dos de las formaciones estaban lideradas por antiguos compañeros de partido, y exalcaldes, que separaron su caminos), la moción prosperó a mediados de agosto del pasado año. El socialista Antonio Carrascosa retomó la vara de mando en un simbólico pleno, ya que fruto del pacto se la cedería a Manuel Blanco durante el primer año de gobierno conjunto. De ese modo, en menos de dos años, el PP perdió dos de las pocas alcaldías que tenía en la Ribera sin siquiera haber alcanzado un nuevo periodo electoral.

Una doble marcha atrás a última hora contuvo el aliento en Llombai

Los anales políticos de la Ribera guardan, no obstante, un episodio que recuerda a lo ocurrido recientemente en Murcia. Hasta dos mociones de censura se plantearon contra Montserrat Forés, alcaldesa de Llombai entre 1995 y 2003 por el Partido Radical Socialista Valenciano. Ambas fracasaron a última hora y con un factor común: una misma concejala que reculó en ambas ocasiones.

Forés accedió a la alcaldía de Llombai en 1995 gracias a los tres concejales que obtuvo su partido y a los votos tanto de Unió Valenciana (otros tres ediles) y de Unidad Democrática Independiente (que aportó su único voto).

En julio de 1996, el Partido Popular, dos concejales de la formación de la alcaldesa y el edil de Esquerra Unida plantearon una moción de censura contra la alcaldesa al considerar que existía «una pérdida de confianza por parte de la mayoría de la corporación a causa de su actitud». Aquel primer intento ni siquiera se llegó a votar en el hemiciclo porque Josefa Querol, compañera de partido de Forés, echó marcha atrás.

Un mes después, los mismos protagonistas plantearon, nuevamente, una moción de censura contra la alcaldesa. El resultado de la votación fue toda una sorpresa. De hecho, ni siquiera hubo que esperar a que se acabase ya que en primer lugar votaron los ediles que rechazaban la destitución de Forés. Entre las manos levantadas estaba la de Querol. «Se merece que Llombai le ponga un pedestal», expresó Forés sobre su compañera tras el proceso.

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