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Cs trata de contener las fugas

La mayoría de las salidas se llevan el escaño

Cs trata de contener las fugas

Hace una semana que un terremoto hizo tambalearse el tablero político nacional. La convulsión también ha alcanzado a la Ribera, con los primeros movimientos en Ciudadanos. La formación deambula sin rumbo fijo y son muchos los que siguen los pasos de Francesco Schettino y abandonan un barco que se hunde. Los malos resultados electorales de las pasadas elecciones generales y la frustrada moción de censura en Murcia han pasado una factura de magnitud inasumible. El partido que amenazaba con dar el «sorpasso» a la derecha pierde músculo y representatividad. Incluso sin elecciones municipales de por medio. De no contener las fugas, peligra su mera existencia.

El escenario que se empieza a vislumbrar en el horizonte para las siglas que popularizó Albert Rivera, el primero en marcharse de Ciudadanos. Su renuncia era entendible tras una debacle electoral que no fue tal unos meses antes a nivel municipal. No obstante, los resultados obtenidos se quedaron muy lejos de las aspiraciones políticas de un partido llamado a rivalizar con el PP para hacerse con el voto moderado de la derecha. El «movimiento naranja», como se acuñó a raíz de una pegadiza canción, mejoró su representatividad en la Ribera en 2019, pero se quedó lejos de jugar un papel importante en la gestión municipal, salvo en muy contadas excepciones.

De 2015 a 2019 pasó de seis a dieciocho concejales: dos en Alzira, otros tantos en Sueca, uno en Algemesí, tres en Carcaixent, dos en Cullera, uno en El Perelló, otro en Real, tres en Turís, uno en Montserrat y dos en Beneixida. Alcanzó una alcaldía, eso sí, efímera. El pacto de Ciudadanos con el PSOE de Real le otorgó la vara de mando al candidato naranja durante un año. Plazo que ya ha agotado. Fue relevante, sin embargo, como bisagra para consolidar gobiernos tantos a favor de los socialistas como de los populares. No le hizo ascos nada ni a nadie. En Sueca, con solo dos concejales, facilitó el acceso a la alcaldía de Dimas Váquez mientras que en El Perelló se hizo lo propio con el popular Juan Botella.

Tensiones internas

Apenas unos días después de los comicios, Ciudadanos sumó las primeras bajas importantes con dos sonados casos de lo que rápidamente se tildó de transfuguismo. Aunque, ya se sabe, las etiquetas las pone el que sale perjudicado en un escenario mientras guarda silencio al beneficiarse en otro idéntico. Juan Albert (Carcaixent) y Edgar Bresó (Algemesí) entraron en sus consistorios directamente como concejales no adscritos para apuntalar los dos ejecutivos.

A lo largo de los últimos meses, sin embargo, el proceso de salidas de Ciudadanos se amplía sin que se atisbe un final a corto plazo. Las tensiones internas alejaron a la formación del ejecutivo de El Perelló cuando, en julio del pasado año, Botella le retiró las competencias a José Ferrer, número uno de Cs, tras votar en contra del gobierno. «Pérdida de confianza», fue la argumentación dada por el alcalde. Más recientemente, Carmina Miralles, ha abandonado el colectivo para recalar en las filas del Partido Popular, donde, además, va a integrarse en la nueva ejecutiva local.

En Sueca, por ejemplo, Kiko Ortolá, quien también figuró en las listas, abandonó Ciudadanos hace unos meses para integrarse en el PP. El caso más reciente, acontecido hace escasos días, es la marcha de Mónica Amorós de la formación de Carcaixent. Desde esta semana acompaña al que fuera su compañero de candidatura Juan Albert en el Grupo de No Adscritos, por lo que de los tres concejales que obtuvo Cs en la localidad únicamente uno representa ahora las siglas.

Toni Cantó marca el camino

En tan solo media legislatura, Ciudadanos se ha desinflado cual pelota de playa de dudosa calidad. En los momentos de máximo esplendor, todos querían jugar con ella. Ahora interesa cada vez menos. A Cs se le puede augurar el destino que sufrió UPyD, otra de esas formaciones que nacieron «en el centro» pero que realmente se sitúan a la derecha del espectro ideológico (curiosamente, Toni Cantó abandonó ambas ante su declive).

Todavía quedan dos años para las próximas elecciones municipales, en las que cabe esperar que Partido Popular, Vox y, en menor medida, PSOE, se repartan los restos que queden de una formación que soñaba con alcaldías, parecía el trampolín perfecto para jóvenes políticos (alguno que otro salido de las filas del PP), pero que no supo aprovechar del todo la época de mayor fragilidad del histórico bipartidismo.

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