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La historia sumergida

Los expertos buscan en el fondo marino de Cullera las claves que permitan reconstruir cómo era la Ribera hace casi 2.000 años y localizar el enclave de la mítica ciudad romana de Sucro

El alcalde de Cullera, ayuda a los bucos del Club DElfín a extraer una ánfora y un cepo romano hallados bajo el mar. | JOAN GIMENO

Localizar la antigua Sucronem, la ciudad más importante de la provincia durante la ocupación romana, ha sido tarea de muchos investigadores a lo largo del último siglo. Se han barajado muchas opciones: desde Alzira a Sueca o Cullera, aunque en las últimas décadas cobra fuerza la hipótesis de que estuvo enclavada en un paraje todavía indeterminado de Albalat de la Ribera, el punto por el que las legiones romanas cruzaban el entonces caudaloso y no menos temido Xúquer. Allí pudo estar la urbe, aunque Cullera pudo acoger el puerto comercial del enclave. Las extracciones de piezas arqueológicas del fondo marino de la bahía cullerense, cerca de la desembocadura, alimentan esa teoría.

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El Proyecto Portum Sucrone es una iniciativa científica y cultural, que pretende recuperar e investigar los restos arqueológicos subacuáticos de la bahía de Cullera para entender mejor la historia marítima de la ciudad y de todo el Mediterráneo. Esas prospecciones submarinas están impulsadas por el Museo Arqueológico de Cullera y el Centro de Buceo Delfín. Esa colaboración ha permitido empezar a comprender el magnífico potencial arqueológico de esta localidad de La Ribera.

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El objetivo de esos rastreos por el fondo marino de la bahía cullerense no solo es facilitar el trabajo de los historiadores sino también servir como plataforma de divulgación del patrimonio arqueológico marítimo y al mismo tiempo, ponerlo en valor. La exposición de esas piezas arqueológicas otorga un valor añadido al atractivo turístico de Cullera.

Los buzos que participan en las tareas de búsqueda bajo las aguas del Mediterráneo están convencidos de que tarde o pronto encontrarán las pruebas de la existencia de ese puerto romano creado en tiempos de Escipión el Africano, ante las numerosas piezas arqueológicas que ya se han encontrado y que apuntan a un importante comercio marítimo.

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Los esqueletos de aquellas naves que se hundieron durante las innumerables tormentas que han azotado la costa dan buena cuenta de la actividad que se registraba en ese enclave.

Portum Sucrone es un proyecto de arqueología subacuática centrado principalmente en la Bahía de Cullera, donde se investigan los restos arqueológicos sumergidos en el fondo marino. No obstante, el equipo técnico también atiende avisos de patrimonio arqueológico en una amplia zona costera cuando es necesario.

Pero la búsqueda submarina en la bahía de Cullera va un poco más allá de un yacimiento arqueológico ordinario. Un claro ejemplo de ello se dio a finales de 2020, cuando dos buceadores deportivos y pescadores submarinos, Carlos Yebra y Sergio Abril, encontraron cuatro losas de piedra al norte del Faro de Cullera. Junto a ellas, también descubrieron un ancla y restos cerámicos que parecían pertenecer a un ánfora.

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Tras este hallazgo casual, entraron en contacto con las autoridades competentes para notificarlo. De esta forma, el equipo especializado se acercó a la zona y se sumergió junto a Yebra para identificar los restos arqueológicos. Una vez allí, se pudo constatar de la existencia de varias ruedas de molino de piedra roja que descansaban en un entorno con mucha profusión de restos cerámicos, anclas y tramos de cadenas metálicas pertenecientes a barcos de época contemporánea.

La ubicación de cada una de las losas de piedra, así como su orientación y los restos del entorno más inmediato, permitieron realizar una hipótesis preliminar en torno al hundimiento de un barco con su cargamento, del cual habrían sobrevivido las piedras de molino y parte de los restos metálicos, ya que no se pudo encontrar ningún elemento de madera.

Para los expertos, también existen «suficientes indicios para pensar que podría haber existido un fondeadero delante de la Gola de la Casa del Rey. Todo esto enmarcado en una zona que parece un punto de paso dentro del las rutas marítimas Norte-Sur que recorren el litoral valenciano desde época antigua» aunque se remarca que realmente queda aún mucho por investigar.

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Futuro inmediato

Los responsables de la plataforma Portum Sucronem volverán a sumergirse en 2021 de nuevo en Cullera, pero también en otros lugares que esconden una fracción importantísima de nuestro pasado y que tienen una estrecha relación con ciudades portuarias de importancia como Valencia o Cullera, que representaban centros de distribución de mercancías de mayor o menos magnitud dentro del denso entramadode las rutas del Mediterráneo Occidental.

Los dos instructores del club de buceo Delfin Cullera, José Antonio Puig y Óscar Pellicer, vieron restos de cerámica a finales del 2015. Por más que regresaron a esa zona no las volvieron a ver, hasta que a mediados de 2016 los volvieron a encontrar en una inmersión que pretendían fotografiar mantas rayas. El alcalde de Cullera, Jordi Mayor, no solo ha alentado las campañas arqueológicas sino que también ha facilitado que el ayuntamiento colaborara en su financiación.

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Los hallazgos hacen que las ganas tanto del Club de Buceo Delfín como del ayuntamiento sigan in crescendo para aportar nuevos datos arqueológicos que permitan perfilar la ubicación de la antigua Sucro o al menos del puerto asociado a esta localidad clave en el tránsito marítimo durante la época romana.

En los últimos años, los investigadores no han parado su trabajo y desde la plataforma creada para esas funciones se han documentado numerosos hallazgos sumamente importantes y muy clarificadores que estudian ahora concienzudamente los expertos.

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Parte del material encontrado:

1.

Signáculo:

Dos términos definen en latín los objetos para sellar: el signacunlum que sería el instrumento en sí y el signum la impronta del sello . La función era sellar bien un documento, bien una carga, para garantizar su contenido hasta su llegada al destinatario. En el caso de las ánforas las sellaban  con cera, barro, masa mortero o similar, y estampaban la imprenta con el signaculum, a veces con una materia intermedia como la tinta. El departamento de arqueología subacuática de la Comunitatad Valenciana y el del Ayuntamiento de Cullera están investigando el significado de la impronta del sello encontrado en Cullera, uno de los pocos conocidos hallados bajo el mar.

2.

Glande.

Es uno de los proyectiles que lanzaban con las hondas, siendo los soldados de las Islas Baleares una unidad de élite en esta disciplina en el Ejército. Suelen ser de arcilla o plomo. Eran un arma muy destructiva, su velocidad superaba los km/hr y hacían un ruido aterrador.

3.

Escandallo.

Instrumento básico para la navegación que servía para conocer la profundidad y el fondo marino. El objeto de plomo se fijaba con un elemento en la base recubierto con resina o sebo. Se lanzaba al agua y cuando llegaba al fondo se pegaba la materia que lo componía (arena, algas o rocas) y cuando lo recogían podían saber la profundidad exacta. De esta forma elegían la zona de fondeo más idónea y el tipo de ancla más adecuada.

4.

Clavo.

Perteneció a una embarcación romana hace unos 2.000 años. Su uso eera masivo para robustecer las distintas partes de la embarcación.

5.

Ánfora del siglo II.

Extraída en 2017 del fondo de la bahía cullerense, la pieza es de procedencia itálica, de la provincia de Emilia-Romaña, y se creó en origen para contener vino. Se puede contemplar en el Museo Arqueológico Municipal del Castillo.

6.

Cepo Gigante.

De plomo y de 1’70 m de longitud y peso estimado de 400 Kg. Era la pieza por cuyo interior cruzaba la caña de madera del ancla. Al ser metálico no se descompone y perdura en el toiempo. Pertenecía a una de las grandes embarcaciones de la época, lo que acredita la importancia del puerto romano de Cullera.

7.

Cepo mediano.

Pieza metálica del ancla de una embarcación adecuada a su tamaño.

8.

Rueda de molino.

Muelas de piedras talladas en forma de discos que se movían unas sobre otras, movidas por el hombre a través de un manubrio de madera insertado en la parte superior de una muela móvil.

9.

Lingotes de hierro.

El comercio de metales en la época romana fue muy importante, estableciendo rutas a lo largo de casi todo el mediterráneo. Cerca de las minas solían estar las fundiciones que daban forma al lingote para poder transportarlo cómodamente por tierra o mar por todo el imperio romano. Cuando llegaba al destino lo fundían para convertirlo en armas, herramientas, etc. Estos 3 lingotes de hierro pueden haber caído de una embarcación o ser fruto de un naufragio.

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