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La Tribuna del domingo

¿El aguacate está de moda?

En los últimos meses son frecuentes las noticias en prensa sobre la oportunidad del aguacate, su viabilidad y su rentabilidad. También relacionadas en con nuestra comarca.

Desde mi adolescencia he estado oyendo siempre aquello de la crisis de la naranja. El individualismo de los propietarios, la insolidaridad minifundista -antes-, las imposiciones y despotismo económico de los almacenistas y comerciantes y- hoy- la tiranía de las grandes superficies y cadenas de distribución alimentaria. A esto hay que añadir las importaciones israelíes, marroquíes y sudafricanas. Además, están los zumos concentrados brasileños y los vaivenes del caqui.

Hace unos días, en un reportaje televisivo, un miembro de la familia Lladró (sí, la de las figuritas de porcelana) manifestaba que habían invertido aproximadamente un millón de euros en una plantación de aguacates. Afirmaba que lo hacían, dentro del plan de diversificación de riesgos de sus empresas, porque el aguacate era muy rentable y porque, visto el mercado, la demanda es muy superior a la oferta.

Hace 39 años, el primer ayuntamiento democrático (de la Constitución del 78), y socialista, de Carcaixent editó y difundió un folleto-guía promoviendo el cultivo del aguacate. Lo hizo en colaboración con la Agencia de Extensión Agraria y dirigido por el perito don José Fornás Duart. En el opúsculo se relacionan, entre otras, las siguientes raciones para alentar el cultivo del aguacate. La primera de ellas era que el área del cultivo del naranjo es útil para el desarrollo del aguacate. Además, el cultivo del aguacate es muy parecido, e incluso en algunos aspectos más sencillo, al cultivo del naranjo. También estaba la circunstancia de que los mercados europeos son muy buenos consumidores de aguacate, siendo el área mediterránea la única de Europa que puede responder a su producción. Otros aspecto que se destacaba era que, ante la entrada de España en el Mercado Común, la demanda de aguacates podía ir en aumento, siendo de prever una buena rentabilidad para este cultivo. Por último, se señalaba que no solamente se utiliza para su consumo en fresco, sino que también la industria de cosméticos lo utiliza, por lo que cabe pensar en su aprovechamiento para este u otro tipo de industria. Estamos hablando de 1982.

Consecuente con el folleto, el Ayuntamiento de Carcaixent ofreció, gratuitamente, unos 500 plantones de aguacates listos para el transplante a los agricultores locales. ¿Saben cuántos se interesaron en recogerlos y plantarlos? Cinco o seis. Por cierto, que alguno de ellos ha estado vendiendo sus frutos en el Mercado Municipal.

Aparte de que hubo entonces una contracampaña «agrícola» promovida por la natigua Cámara Agrara, incipiente AVA, una forma de hacer «oposición» (política) al ayuntamiento socialista y alguna mala fe personalizada, desde esta perspectiva histórica, es posible que las razones principales fueran otras. En primer lugar, una mentalidad rural muy ancestral, la ignorancia, el miedo al cambio, al avance y al progreso, incluso, de los cultivos. Oíamos expresiones tales: «Què van a ensenyar-nos estos mindundis de l’ajuntament?» o «En Carcaixent, lo nostre sempre ha segut la taronja i així ha de seguir sent!». Pero el argumento definitivo, muy repetido, era que el árbol del aguacate se hacía muy alto y que para recolectar los de arriba habría que utilizar escaleras. Incontestable.

Como ya se decía en la publicación referenciada, nuneca se pretendió, ni se pretendería, que el cultivo del aguacate fuera el sustituto del naranjo. Som «Bressol de la Taronja». Pero sí un buen complemento y/o respiro para los agricultores y la economía de Carcaixent. ¿Se imaginan que, tantos años después de aquello, hubiera en su término municipal un 15 o un 20 % de su tierra dedicado, en plena producción, al cultivo del aguacate? Quina llàstima!

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