La falta de rentabilidad de la fruta de hueso le ha llevado a arrancar en los últimos dos años 200 hanegadas de melocotones que cultivaba en el valle de Aguas Vivas y, tras recorrer miles de kilómetros por dentro y fuera de España en busca de alternativas y sopesar las ventajas e inconvenientes de cada una de ellas, ha apostado por un cultivo escasamente introducido en La Ribera que, con una demanda creciente tanto en el mercado nacional como en el ámbito de la Unión Europea, garantiza en principio una buena rentabilidad: el nogal.

«Aquí es un cultivo novedoso que no está masificado y tengo la esperanza de que dentro de cuatro o cinco años, cuando los árboles estén ya en producción, se mantengan los precios que la nuez tiene ahora», comenta Enrique Machí, un agricultor de Carlet que acaba de plantar cuatro hectáreas de nogales, aproximadamente el 25 % de la superficie que antes ocupaban los frutales. Explica que una vez decidió apostar por el nogal ha tenido conocimiento de que en Llombai hay una explotación incluso más grande plantada del año anterior y ya ha mantenido contactos con este productor con la perspectiva de que «podamos defender nosotros mismos la cosecha».

Reconversión forzosa

Este agricultor considera que aquellos cultivos que dan poco trabajo y son «fáciles» de gestionar se masifican y, en el caso del nogal, ha valorado que difícilmente se puede generalizar por dos aspectos fundamentales: «Es un árbol que no es fácil de multiplicar en el vivero, lo que provoca que, aunque sea rentable, no se masifique, mientras que por lo que respecta a la postcosecha, casi tiene más trabajo después de la recolección que antes porque la nuez se tiene que secar, se tiene que calibrar... no es lo mismo que una naranja o un melocotón», explica este agricultor que, en pleno proceso de reconversión forzosa -se define como un productor de fruta «de toda la vida»-, ha optado por diversificar. De este modo, además de los nogales, también ha sustituido frutales por kiwis en parcelas que cultiva en otros municipios, por cítricos con royalties e incluso ha ampliado la superficie dedicada al caqui.

«Sigo apostando por el caqui porque veo que es un cultivo que si se te dedicas profesionalmente a la agricultura lo puedes mantener», comenta. Por lo que respecta a la fruta de verano, apenas mantiene en Alfarp dos parcelas de nectarina tardía que, a finales de mayo, le ofrece un buen calibre, «y por lo menos no me ha costado nunca dinero».

Con todo, la apuesta por el nogal representa la gran novedad y Machí asume que, a su escala, se trata de una «locura» tras realizar una inversión de más de 100.000 euros en la transformación de estos campos. «Si hablamos de los fondos de inversión que están entrando en la agricultura, se lo encontrarán hecho, pero para un agricultor como yo, es una loctura. He arrancado los árboles, he arreglado el terreno y he tenido que instalar de nuevo el riego, es una inversión muy importante», detalla.

Enrique Machí, no obstante, confía en poder rentabilizar esta inversión si se mantienen los precios actuales de la nuez, con una demanda que supera a la oferta existente. Según explica, en función de la variedad y el calibre, el precio de la nuez oscila en estos momentos entre tres y cinco euros en el campo y en su plan de negocio espera alcanzar en un plazo de cinco o seis años una producción de entre 3.000 y 4.000 kilos por hectárea.