¿Cuál es el papel de los sindicatos de clase en el siglo XXI? ¿Por qué los «riders» o las «kellys» confían más en el poder de las redes sociales que en las centrales sindicales para reivindicar sus derechos y conseguir sus objetivos? ¿Valora la sociedad el trabajo de UGT y CCOO? ¿Cómo ha afectado la epidemia al mercado laboral en la comarca de La Ribera?

«Entramos en un momento crítico con los ERTE»

Con motivo del Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajo, los delegados comarcales de UGT-PV y CCOO-PV, Raül Roselló y Andrés Bermejo, respectivamente, aceptaron amablemente la invitación de Levante-EMV para hablar de estos y otros asuntos. Ambos son viejos conocidos, pero inician nuevas etapas al frente de sus respectivos sindicatos.

Roselló fue reelegido en el cargo el pasado 23 de abril, con el 91% de los votos de los delegados al noveno congreso de UGT-PV. La estructura del sindicato abarca las comarcas de La Ribera,La Costera, La Canal de Navarrés y La Vall d’Albaida.

Y Bermejo ha pasado de la secretaría de Organización y Finanzas al liderazgo de CC OO en las comarcas de La Ribera y La Safor. Lleva más de veinte años como delegado sindical y una década como presidente de un comité de empresa. Sustituye a Josep Antoni Carrascosa y fue escogido en el quinto congreso del sindicato, celebrado el pasado 26 de abril en Alzira. Es alcireño y tiene 57 años.

La charla entre ambos se desarrolló en una cafetería del paseo Germanies, en Gandia, bajo la atenta mirada de la República personificada en el cartel de «Estètica republicana a València», la muestra que se expone estos días en la Casa de la Cultura de la capital de La Safor.

En primer lugar, a pesar de la atomización de organizaciones (en España hay 2.200 sindicatos) ambos coinciden en que UGT y CCOO siguen siendo «más necesarios que nunca». Con la primera crisis, la que empezó en 2008, su reputación estaba por los suelos, sobre todo entre los jóvenes. «Si ibas a dar una charla a un instituto tenías que estar preparado para que un alumno te preguntara cualquier cosa, sin anestesia», bromea Roselló. Hoy creen que les ven con otros ojos, aunque tras aquella crisis los sindicatos también tuvieron que apretarse el cinturón, con una reestructuración comarcal, recortes en sus plantillas y sufrieron bajas de afiliados.

Por otra parte, con el auge de las redes sociales, a veces da la sensación que determinados colectivos, como sucede con el grupo de camareras de hotel Las Kellys, de Benidorm, o los repartidores de comida a domicilio, los conocidos como «riders», confían más en internet o en crear sus propias plataformas para exponer sus reivindicaciones laborales que en los sindicatos tradicionales.

«Lo que la gente debe saber —señala Roselló— es que UGT y CCOO somos los que más convenios colectivos firmamos, 4.500 para 11 millones de trabajadores, por tanto es probable que nuestra labor beneficie incluso a aquellas personas que nos critican y que no están militando de manera directa en nuestras organizaciones». Roselló añade que «hoy se da por sentado que un trabajador no tendrá que disputar su salario con el empresario, pero alguien sí lo ha hecho antes por él y ha fijado una cantidad mínima».

«Además, el tejido productivo de La Ribera está formado en su gran mayoría por microempresas, con 10 o menos empleados, que no tienen ninguna posibilidad, aunque quieran, de tener un representante legal de los trabajadores o de prevención de riesgos».

Recuerdan que pertenecer o fundar un sindicato es un derecho fundamental recogido en la Constitución. «Los sindicatos aportamos democracia y conquistas a las relaciones laborales, aunque no esto no se visualice en las empresas pequeñas». Bermejo matiza: «El 81% de todos los delegados sindicales que hay en La Ribera, tras los correspondientes procesos electorales entre los trabajadores, son de UGT o de CCOO, por lo que tenemos una representación legítima».

Por ello insisten en que el Gobierno de coalición debe derogar, como prometió hace dos años, la reforma laboral de Rajoy, que da más poder de negociación a la empresa frente al sector. «Es que la reforma laboral ha ido en detrimento no sólo del trabajador, sino de la propia economía del país, por eso es urgente que se restablezca el equilibrio que habíamos logrado antes», señala Roselló.

«Algunos —retoma Bermejo— desprecian a los sindicatos con el típico argumento de que cuando tengan un problema en la empresa ya recurrirán a un abogado, pero es que cuando llegue ese momento quizá ya esté a un paso de ser despedido, de ahí la importancia de tener comités».

No obstante, también hacen autocrítica. Ambos reconocen que quizá hayan fallado en comunicar estos aspectos, ya que la acción sindical, en su opinión, debe buscar el delicado equilibrio entre la manifestación en las calles y la negociación en los despachos con la patronal.

Cambiando de asunto, también se les pidió que hicieran un balance de este año de pandemia. Uno de los aspectos que han potenciado las empresas con esta situación es el teletrebajo. Al respecto, Bermejo y Roselló recuerdan que no por trabajar en casa se deben descuidar aspectos como la prevención de riesgos laborales, la relación contractual en sí misma, o el derecho a la desconexión. «Valoramos que exista una ley pionera en Europa, pero ahora falta incorporar todo esto a los convenios colectivos», dice Bermejo, y hace hincapié con este sistema también deben registrarse bien las horas trabajadas.

Respecto al sector citrícola, ambos líderes sindicales consideran que ha habido una gran campaña exportadora por la pandemia «pero el agricultor sigue percibiendo una miseria». Como nota positiva, destacan que no se producen tantos abusos de las ETT, por la mayor inspección y, una vez más, la negociación colectiva.

Sobre la situación de Ford Almussafes, pese a la delicada situación con los despidos previstos, Bermejo valora los esfuerzos de negociación colectiva. «Ford Europa debería implicarse más y traer una planta de baterías, no puede vivir sólo de motores híbridos».

Son optimistas de cara al futuro. «Cuando se retire la emergencia sanitaria la economía puede reactivarse relativamente rápido, pero no igual en todos los sectores, por ejemplo para el turismo todavía será un verano de transición», aventura .

UGT y CCOO rindieron homenaje a los trabajadores de los «servicios esenciales» el pasado Primero de Mayo bajo el lema «Ahora toca cumplir» y pidieron al Gobierno de España «cumplir» con la derogación de la reforma laboral, el incremento del salario mínimo interprofesional y la reforma de las pensiones.

Tras un análisis del mercado laboral del último año, los sindicalistas concluyen que los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), en los términos articulados por el Gobierno de coalición con motivo de la pandemia, han sido los principales mecanismos de protección para evitar una debacle mayor. Gracias a los ERTE, según mantienen Andrés Bermejo y Raül Roselló, los incrementos de la tasa de paro en la Safor han sido como mucho de un punto porcentual, y no de cuatro o cinco como vaticinaban las previsiones iniciales. Incluso la cifra de cotizantes a la Seguridad Social en el régimen general ha aumentado en la Safor si se compara este último trimestre de 2021 con el mismo periodo de 2020; un 2,8%, para llegar a los 35.968 trabajadores en la actualidad.

Por ello, piden al Gobierno que prorrogue este mecanismo con las condiciones actuales «durante el tiempo que haga falta». La semana que viene habrá reuniones determinantes en este sentido. «Entramos en un momento crítico, porque los ERTE son un balón de oxígeno», advierte Roselló.

No hay datos exactos del impacto de los ERTE en la comarca, pero los sindicatos calculan que uno de cada tres trabajadores en la Safor ha estado afectado por algún expediente en algún momento desde el inicio de la pandemia, sobre todo en la hostelería y, por tipo de empresa, en las pimes.

Lo que no ha cambiado la pandemia es la precariedad de los contratos. Entre los firmados en el primer trimestre de 2021 en la Safor, el 27% fueron temporales y el 21% a tiempo parcial. Este último porcentaje se eleva al 29% en el caso de las mujeres.

Por otra parte, se ha acentuado el paro juvenil, sobre todo entre los 25 y 29 años, y especialmente el epígrafe de «parados sin empleo anterior», que suele componerse en su mayoría de jóvenes. Para ellos piden mejorar la formación, sobre todo la FP Dual, con propuestas más arraigadas al territorio, y proponen impulsar los llamados «contratos de relevo», cambiar a un mayor por un joven.

Tampoco aceptan la «normalización» de la tasa de paro femenino, cinco puntos por encima del masculino en la comarca, o la de los mayores de 50 años.