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Pedro Arrojo

"La sequía y la contaminación del río Albaida son ilegales con la ley en mano"

El experto en economía del agua opina que la sequía y la contaminación son fruto de la codicia

Arrojo en su visita al Ayuntamiento de Alzira. | PERALES IBORRA

La plataforma Xúquer Viu lo acaba de galardonar en Albalat con el Premi Aigua Clara. El doctor en físicas Pedro Arrojo Agudo (Madrid, 1953) es el relator de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en el Agua Potable y el Saneamiento.

Con un fuerte compromiso ecologista, su trayectoria como investigador ha sido avalada por el prestigioso Premio Goldman de Medioambiente, siendo el primer español en recibirlo. Ya es la tercera ocasión en que Arrojo visita La Ribera y ahora se sienta en una silla del salón de prensa del ayuntamiento de Alzira.

Ante las problemáticas que sufre la comarca en materia de agua, repite con preocupación que «se está incumpliendo la ley». El experto sostiene que la sequía y la contaminación son fruto de «la codicia». Sin embargo, se muestra optimista ante la creciente conciencia social respecto a la necesidad de proteger el medio ambiente. Según dice, los ríos en España «tienen mejor calidad que hace diez años».

Xúquer Viu denuncia que hay tramos del río Albaida secos. ¿Qué recomienda hacer?

La legislación internacional marca la obligación de respetar los caudales de cada río para preservar su buen estado. Un tribunal puede en un momento determinado encausar a quien sea responsable de lo que en este caso parece que se ha producido: la desecación de un río por un uso abusivo de sus caudales. Eso es ilegal, se puede perseguir con la ley europea y española en mano. Ante la denúncia pública de Xúquer Viu, la CHJ yo creo que reaccionará.

La presa de Bellús está llena de sedimentos contaminados que provocan edor a las localidades aledañas. ¿Hasta dónde llega la degradación fluvial?

En el caso de Bellús habrá que analizar qué tipo de contaminación hay. Vuelvo a decir: es ilegal. Quien haya cometido voluntariamente o no esa contaminación debe pasar por un tribunal. La CHJ tiene que identificar el problema y poner las soluciones. Desgraciadamente, este no es un problema local. Es una catástrofe global: en el mundo hay 2.200 millones de personas sin acceso al agua potable por contaminación. Esto es fruto de un sistema económico injusto y falto de ética. El agua ha pasado de ser el elemento clave de la vida a ser el vector de enfermedad y muerte más terrorífico que ha conocido la humanidad.

¿Qué responsabilidad tienen las empresas y los particulares en el vertido de sustancias contaminantes en el agua?

Es una responsabilidad directa. Los derechos humanos deben ser velados por todos. Muchas veces quienes los transgreden son los Estados y otras, empresas muy poderosas y aparentemente muy respetables que ponen por delante su interés económico sobre la salud. Yo, como relator, me veo obligado a establecer críticas constructivas a los gobiernos que lo permiten. Muy a menudo, aunque sus leyes lo prohíben, a la hora de la verdad se ven bajo presiones de poderes económicos, que suelen tener además buena capacidad de comunicación social. Y eso les coloca en situaciones de complicidad con lo que son atropellos a la salud pública y, por lo tanto, acciones delictivas. Contaminar un río es un delito y muchas veces se mira para otro lado y tienen cierta impunidad.

El Júcar tiene poco caudal y cada vez tiene más problemas de abastecimiento. ¿Ve en peligro su futuro?

Todos los ríos están en peligro. Ciertamente el cambio climático, que provocamos los humanos, está afectando al régimen de lluvias y, por lo tanto, aumentan las sequías. Generalmente, la degradación de los ríos es fruto de la codicia que tenemos los humanos. El Júcar está en una vertiente mediterránea, con un enorme acuífero que lo soporta, que debería darle mucha solidez y resiliencia. Afortunadamente, comenzamos a tener conciencia social de que la avaricia rompe el saco y lo que antes era un mensaje de los ecologistas, hoy es ley y sentido común. Los ríos son mucho más que agua, son un rasgo de la identidad territorial, salud, economía... ¿Cómo pensar València sin el Júcar?

¿Cómo se puede garantizar el derecho de los agricultores de Castilla-La Mancha de producir cosechas ante la incapacidad del Júcar de suministrar agua?

De todas partes, si queremos seguir teniendo regadío, tenemos que saber que el cambio climático hará que en unos años nuestros ríos tengan un 24% menos de caudales. Y en zonas mediterráneas, que incluyen el Júcar, hasta un 40% menos. Si ya estamos rebentando las costuras de la sostenibilidad con las demandas (legítimas) que le hacemos al río, tenemos que prepararnos para un futuro más difícil. Tenemos que pensar en reducir la superficie de regadío para que este sea productivo. Lo razonable, prudente y responsable es no crecer más.

En este caso, ¿defendería un trasvase de agua?

Los trasvases no resuelven los problemas, no son herramientas adecuadas para el cambio climático. Las sequías no son locales, en el Júcar o en el Segura, son en toda el área mediterránea. ¿De dónde sobra agua para hacer un trasvase? Esas políticas ya fracasaron y colapsaron durante el siglo XX y en estos momentos nadie razonable está pensando en resolver el cambio climático con trasvases. Las reservas de agua subterráneas son fundamentales para reservar caudales como estrategia para combatir la siguiente sequía. En eso tenemos que estar pensando, que sí es barato y sostenible.

Cada vez los episodios de lluvias torrenciales son más frecuentes y virulentos. Ante la falta de agua, ¿cómo se podrían aprovechar?

Cuando cae una tormenta, el agua que baja por un río es cien veces más abundante que el mayor canal que se pueda imaginar. Cuando cae una de esas, hay que evacuar el agua rápidamente al mar para evitar inundaciones. No tiene sentido querer rescatar las lluvias torrenciales. Con la cantidad de agua que cae en tres o cuatro días, es imposibles trasvasar tal cantidad. En esta tierra lo conocéis mejor que yo: ¡la principal estrategia es evacuar! Lo que sí que se puede hacer es aprovechar las infiltraciones en acuíferos, que a menudo superan en cantidad el agua que acumulan los embalses.

En los últimos tiempos ha habido problemas en La Ribera con la calidad del agua. ¿Cómo se puede garantizar que sea apta para el consumo humano?

Esa es una obligación legal. España está pagando una salvajada cada mes por incumplir la normativa de nitratos. Si la gente supiera la parte de sus impuestos que van a pagar esas multas, se llevaría un susto... ¿Es posible no contaminar? Por supuesto, es que no nos queda otra. De hecho, en términos relativos (aunque haya puntos y situaciones denunciables) hemos ido mejorando gracias a la legislación. Hoy los ríos en España están en mejor calidad que hace diez años, pero todavía están lejos de cumplir la legalidad. Nuestra salud depende de eso. Si tú fueras consciente de que fruto de pesticidas, para tener una cosecha mejor o ahorrarse unos dinerillos, tu hijo vivirá 20 años menos, ¿qué harías? Soy optimista; en cuanto dejamos de fastidiarles, los ecosistemas acuáticos se recuperan enseguida.

En la Albufera no llega agua suficiente para poder sanearla. ¿Qué haría para salvarla?

La clave está en la planificación hidrológica y urbanística, son fundamentales. Hay que recuperar caudales reales y calidad. Por el camino, hay que generar espectativas que se atengan a la realidad de cambio climático. Si en un momento determinado hay que reducir, por ejemplo, la superficie de cosechas para poder dotar de agua a la Albufera, se tendrá que hacer. Al final, lo que hay que hacer es un plan que permita ver el camino a través del cual pueda la Albufera recuperar su buen estado de manera progresiva.

Los ríos se aprovechan para ocio y deporte. ¿Son compatibles estas actividades con el buen estado de salud del río?

Todo es compatible si se hace bien. Los ríos han sido las playas del interior, todo el mundo se bañaba y cogía cangrejos en el río. El ocio, la pesca, navegarlo... Claro que sí. Si me preguntan, ¿en este tramo del río pueden bajar tres mil personas? Pues claro que sí. ¿Pueden bajar tres millones? Seguro que no. ¿En qué medida? Gracias a empezar a recuperar el aspecto lúdico del río, se está empenzado a recuperar también ambientalmente. Porque antes el río servía para secarlo y ahora los jóvenes hacen rafting. En la medida en la que pasan a ser valorados, los ríos se cuidan más. Esas actividades muchas veces están vinculadas a gente que ama y cuida la naturaleza. Toda esa gente forma parte de una perspectiva de futuro sostenible.

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