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La cumbre para recomponer el pacto de Carcaixent acaba sin avances

La dirección de Compromís y el PSPV, vigilante

Paco Salom y Sara Diert en el pleno del pasado miércoles visiblemente distanciados. | LEVANTE-EMV

Las posiciones de Compromís y el PSPV siguen muy distantes para encontrar un consenso que garantice la estabilidad del gobierno local. Representantes de ambos partidos acudieron a una cumbre celebrada en la Diputación de Valencia y tutelada por Maria Josep Amigó y Josep Miquel Moya, por parte de Compromís, y por Carlos Fernández Bielsa, por parte del PSPV. Pero todos salieron igual que habían entrado. No hubo avances en la negociación, que se reanudará en septiembre.

Los socialistas de Carcaixent afianzaron su negativa a la subida de impuestos. No ceden. Y Compromís tampoco.

Bielsa, secretario de Relaciones Institucionales del PSPV, lo patentizó ayer en una frase: «Nuestra postura acerca de la subida de impuestos es firme». Y añadió que «es incomprensible que en una situación como la que vivimos ningún alcalde se plantee una subida de impuestos» y confirmó que han presentado a Compromís vías alternativas que vayan «más allá de aumentar las cargas a la ciudadanía».

«Tengo la impresión de que están pidiendo que les echemos del gobierno, para salir como víctimas y echarnos a nosotros las culpas de la ruptura del pacto. Están actuando como un grupo más de la oposición», sentencia por su lado el alcalde, Paco Salom. Diert, sin embargo, calificó el encuentro de «positivo».

«Hemos puesto sobre la mesa diversas soluciones para que los servicios municipales se mantengan intactos y las familias puedan recuperarse de las consecuencias de la pandemia», sostiene Diert. El PSPV propone reestructurar el presupuesto y utilizar el remanente de tesorería para conseguir fondos. «Va en contra de la norma, plantean operaciones que se alejan de las buenas prácticas presupuestarias. Si están tan seguros, que lo detallen por escrito y lo fundamenten legalmente», replica Salom. Fuentes de Compromís aseguran que los socialistas han planteado incluso la posibilidad de reducir la plantilla de funcionarios, también recortes. «¿De dónde?», pregunta el alcalde.

Salom anuncia el parón de las negociaciones durante agosto ante la imposibilidad de encontrar un técnico que explore las vías legales para desatascar la situación. A pesar de su enfado indisimulado, el alcalde dice no querer romper el pacto y conserva un atisbo de positivismo. «Tenemos tiempo hasta octubre para tomar decisiones. Vamos a exigirle al PSOE coherencia y que ponga los números negro sobre blanco». Pero se siente dolido. «Nos han tratado como si los de la ciudad nos tuvieran que explicar a los tontos pueblerinos como se gestiona un ayuntamiento», deplora. Y también aprecia en los negociadores del PSOE un «desconocimiento total de la realidad de Carcaixent».

De fondo, existe una animadversión manifiesta entre el alcalde y la vicealcaldesa socialista. La desconfianza viene de lejos y trasciende en una falta de fluidez para engrasar la maquinaria de la coalición. El recelo entre Salom y Diert queda patente incluso en las imágenes que ofrecen ambos políticos durante los últimos días. El pasado miércoles, en el pleno municipal se observó una distancia de seguridad más que prudencial entre ambos líderes. No parecía baladí. Era la viva imagen de la incomunicación entre ambos.

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