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Las tres cooperativas del Marquesat reactivan los estudios para fusionarse

Septiembre se presume clave en la negociación

Una línea de confección de fruta en la cooperativa de Alfarp en una imagen de esta misma campaña. | PERALES IBORRA

La proximidad y los acuerdos de colaboración entre las cooperativas agrarias de Llombai, Alfarp y Catadau, que en 2019 ya agruparon sus secciones de suministros a través de una cooperativa de segundo grado, han propiciado que en los últimos años se hayan sucedido conversaciones más o menos formales para tantear un proceso de fusión con el objetivo de reducir costes estructurales y ganar competitividad, aunque los contactos acababan por enfriarse antes de trasladar a los socios una propuesta concreta.

En una coyuntura adversa para el sector en la que los procesos de concentración tanto en el ámbito de las cooperativas como del comercio están a la orden del día, las cooperativas del Marquesat han retomado la negociación en busca de un acuerdo y el próximo mes de septiembre se presume clave para el éxito de este intento, que diversas fuentes no dudan en señalar como el más firme que ha habido hasta ahora. Con todos, los tres presidentes consultados por Levante-EMV coinciden en señalar que pese a la buena disposición se trata de procesos que no son fáciles y abogan por la prudencia ya que la última palabra la tienen siempre los socios.

La principal diferencia respecto de anteriores contactos es que, frente a las manifestaciones de buenas intenciones de los presidentes o consejos rectores, en este caso las cooperativas se han puesto en manos de una empresa especializada que ya ha realizado un estudio económico de los últimos cinco años de cada una de las entidades y es la que marca los pasos que se tienen que dar para que el proceso no se detenga.

«El primer paso se ha dado», confirma el presidente de la cooperativa de Llombai, José Bernardo Sanz, mientras explica que las tres cooperativas están saneadas y no hay ningún obstáculo económico que pudiera dificultar el acuerdo. El siguiente paso, explica, pasa por definir las estructuras que precisaría una entidad que aglutine la producción actual de las tres cooperativas, que en base a los datos que ofrecen los presidente se situaría por encima de los 25 millones de kilos.

Sanz señala que con la situación actual de la agricultura la fusión es una meta que «nos guste o no» habrá que buscar poco a poco «casi por obligación» ya que la producción de las cooperativas ha descendido de forma gradual ante la ausencia de un relevo generacional en el campo. «Es el gran problema que tiene la agricultura en la Comunitat Valenciana y las cooperativas cada vez tienen menos producción. No es que se hagan mal las cosas, pero si no hay volumen los gastos se te acaban comiendo», explica el directivo de la cooperativa de Llom bai.

Sin prisa, pero sin pausa

«Hay una serie de pasos que tenemos que dar con tranquilidad, sin precipitarnos porque hay que ir con mucho cuidado, pero tampoco queremos que se dilate mucho en el tiempo. Hay que ir dando pasos firmes para llegar a lo que queremos», señala Carlos Climent, presidente de la cooperativa de Catadau, quien advierte de que el proceso actual es fruto de la inercia de los contactos mantenidos hace un año con este mismo objetivo y que, comenta, nunca se han roto. Climent no duda en señalar que el objetivo último de la negociación es «la subsistencia de la economía del socio» ya que la posibilidad de confeccionar un mayor volumen de fruta permitirá minimizar costes.

El presidente de la cooperativa de Alfarp, Salvador Cardete, no duda en señalar que la fusión es una «necesidad» ya que, según explica, mantener la estructura de una cooperativa con los volúmenes de fruta que ahora se trabajan «es difícil». Cardete comenta que en el proceso actual se analizará la viabialidad de las cooperativas juntas y por separado y señala que en septiembre será el momento en que los consejos rectores tomen decisiones. «Primero hay que decidir si nos juntamos y luego elegir las estructuras porque si no hay unión no haría falta seguir», comenta.

Se da la circunstancia de que, hace escasamente un año, una negociación similar se enfrió cuando todo apuntaba que se podía cerrar el acuerdo y los presidentes se marcaron como objetivo tratar de concienciar a los críticos de que el proceso es necesario. Salvador Cardete comentó que, un año después, considera que se percibe un ambiente más receptivo.

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