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El final del verano acentúa la propagación del mosquito tigre

La fumigación aérea sobre el Xúquer consigue reducir las larvas de la mosca negra en la comarca

Un operario realizando trabajos de vigilancia del mosquito tigre en el cauce del río. | LOKÍMICA

Llega la época del año más esperada por el mosquito tigre. Se ponen las botas especialmente en la segunda mitad de agosto e inicios de septiembre, al confluir diferentes aspectos climatológicos que favorecen su propagación. «Entramos en un periodo crítico», alertó ayer Rubén Bueno, director técnico de Laboratorios Lokímica, la empresa contratada por el Consorcio de la Ribera para el control de la plaga. El otro gran parásito que le quita el sueño a la comarca, la mosca negra, «casi ha quedado extinguido» en algunos puntos y la situación global se encuentra «bajo control» tras la fumigación aérea sobre los cauces del río Xúquer, según el biólogo.

Los indicadores que marcan la presencia del mosquito tigre son «más bajos que en otras temporadas», apunta Bueno. Aun así, el experto reclama a la ciudadanía que tenga «especial cuidado» durante estos días. Los mosquitos se reproducen en pequeñas acumulaciones de agua. Para eliminar los focos de cría, los expertos recomiendan vaciar o cambiar con frecuencia bebederos para animales, jarrones o platos debajo de macetas y jardineras.

Las piscinas representan otro núcleo importante de mosquitos, según señala Bueno. «Cuando terminan las vacaciones, muchos abandonan el mantenimiento de las piscinas, convirtiéndolas en un criadero ideal para los mosquitos», advierte el especialista. Por todo ello, remarca la importancia de vaciar todos los puntos de acumulación de agua. «La colaboración ciudadana es fundamental para acabar con la plaga», interpela.

Por su parte, el equipo de Bueno se encarga de la gestión de las aguas estancadas en el ámbito público. «Aplicamos insecticidas en los desagües o imbornales de las calles», detalla.

La mosca negra, «controlada»

El Xúquer es una de las áreas más castigadas por la propagación de la mosca negra. Un insecto autóctono (a diferencia del mosquito tigre, que es exótico) que siempre ha estado presente en cursos altos y medios de los ríos, aunque los cambios ecológicos han propiciado que se extienda también por cursos bajos donde la proliferación de algas invasoras permite que las larvas se anclen en ellas y puedan vivir.

Durante el verano confluye una mayor actividad de la mosca negra y la población nota más su presencia. Rubén Bueno revela que esta vez se han registrado «quejas puntuales», pero un número «incomparable» a las que se anotaban en anteriores temporadas. «Los municipios que dentro de su término municipal albergan ríos o acequias suelen tener más tramos con presencia de mosca negra», localiza el biólogo.

Sin embargo, el control de la mosca negra en la Ribera en términos globales ha sido satisfactorio, según destaca Bueno. El experto muestra un balance «positivo» y da la situación de la mosca negra por «controlada». «Se ha reducido la eclosión que solemos tener por estas fechas, hemos obtenido mejores indicadores que en años anteriores y esto ha sido gracias a las actuaciones reforzadas que se ejecutaron durante la primavera y el invierno».

Bueno remarca que los tratamientos aéreos acabaron con las larvas de la mosca y calcula que su extinción rondó el 100%. En la previsión que hizo en junio vaticinó una efectividad de cerca del 95% en la reducción de la plaga. La Conselleria de Sanitat ha autorizado en varios períodos la aplicación desde helicópteros de unos insecticidas que evitan que las larvas se transformen en insectos adultos. Precisamente las altas temperaturas estivales favorecen la aceleración de este proceso. A pesar de que la plaga se encuentra «bajo control», seguirán atentos la evolución de la plaga para evitar rebrotes.

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