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Una cosecha de arroz excelente que cada vez resulta más complicada

La producción y calidad de 2021 podría ser extraordinaria

El cambio de color de los arrozales, del verde al dorado, muestra el avance de la maduación de la gramínea. | JOAN GIMENO

Con el cambio del color de los arrozales, del verde intenso al dorado, es tradición que en los primeros días de septiembre se dé por iniciada la campaña de la siega del arroz. La Ribera Baixa es uno de los epicentros de este cultivo, que ocupa un elevado porcentaje de los términos municipales de Sueca, Cullera y Sollana. Sin embargo, la cosecha este año se ha retrasado debido a las lluvias y los sucesivos aportes de agua y en estos momentos, con la repetida descarga de las tormentas que se generan al final del verano, se mira al cielo con mayor preocupación que de costumbre.

A pesar de haber sido una campaña en la que el agua no ha faltado y el trabajo realizado por los sindicatos de riegos de las diferentes localidades de la comarca de la Ribera Baixa puede considerarse excepcional, la cosecha se ha visto retrasada por las lluvias puntuales que han ido cayendo y que han ido retardando el llenado de los campos de arroz y, por consiguiente, su fecha de maduración.

No obstante, a pesar del retraso con el que llega la producción, los agricultores han calificado el resultado de la cosecha de 2021 como excelente tanto en cuanto al peso como a la calidad del arroz que se va a recolectar.

Gastos extraordinarios

Pero no todo son buenas previsiones. A pesar de los buenos augurios que se le conceden a la cosecha, este año ha venido marcado por la prohibición impuesta desde la Unión Europea para dejar de utilizar un herbicida, el Propanil destinadoa combatir el ‘serreig’, (Echinochloa), y la recomendación de nuevos productos de difícil aplicación en los arrozales valencianos. Los agricultores se quejan de que la normativa la de la UE suprima herbicidas que se han mostrado muy efectivos sin ofrecer métodos alternativos.

La prohibición ha repercutido de forma muy negativa en la rentabilidad de la cosecha, ya que los propietarios de los terrenos han tenido que contratar a peones para limpiar a mano los campos. Esta circunstancia ha obligado a muchos propietarios de arrozales a contratar cuadrillas para eliminar las hierbas nocivas. En algunos casos se han necesitado 25 peones con el consiguiente gasto extraordinario que acarrea.

División entre productores

Además del desembolso económoco, la situación ha generado una división entre aquellos arroceros que quieren mantener sus terrenos limpios para asegurarse una producción aceptable y aquellos que han optado por dejar los campos «perdidos», es decir sin los cuidados necesarios. Este abandono provoca no solo una merma de la producción del arroz sino que, además, incrementa el riesgo de invasión de hierbas dañinas en los campos colindantes. El malestar es muy significativo ante el perjuicio que representapara aquellos que invierten una importante cantidad en la limpieza de los arrozales.

Agricultores arroceros tanto de Sueca como de Cullera han mostrado a Levante-EMV su «malestar con los agricultores que han dejado sus tierras de la mano de Dios». Unas quejas que los arroceros han elevado a las más altas instancias autonómicas. «Hemos llegado incluso a solicitar a la conselleria que los terrenos sean limpiados, o en su defecto fangueados, para no perjudicar a los que están trabajando de forma correcta por el bien de todos» . 

En busca de subvenciones

La situación provocada por la prohibición del herbicida por parte de la Unión Europea ha generado que muchos se estén planteando, de cara al año que viene, plantar más bien de forma simbólica para poder seguir recogiendo las subvenciones europeas. Los que optan por recoger manualmente las hierbas se niegan a aceptar ese objetivo, «ya que la suciedad de los campos lo único que hace es perjudicar los terrenos colindantes, por lo que la única solución para deshacerse de las malas hierbas es arrancarlas a mano, lo que dispara los costes a niveles insostenibles». Para esos arroceros resulta «más necesario fanguear las explotaciones sucias», es decir mezclar las plantas de la maleza con la tierra».

A pesar de la arraigada tradición que mantiene La Ribera Baixa de aprovechar el entorno de l’Albufera para plantar la gramínea ya resulta muy difícil mantener las costumbres agrícolas más seculares. Hoy muchos arroceros buscan alternativas que actúen como revulsivo para contener los elevados costes que están teniendo que soportar para lograr una cosecha rentable de arroz.

Una de las opciones que ya está sobre la mesa y se que están barajando los agricultores ribereños es aplicar la metodología que emplean las plantaciones de arroz en zonas como Extremadura, que reducen de forma drástica el uso del agua con el consiguiente ahorro en cuanto a la mano de obra para quitar las malas hierbas.

El futuro que esperan los arroceros valencianos es incierto por la excesiva presión que reciben «por parte no solo de las autoridades europeas sino también de algunas instituciones autonómicas que están haciendo peligrar no la continuidad del cultivo pero si su rentabilidad a no ser que se planteen desde las diferentes instituciones ayudas económicas.

Búsqueda de alternativas que reduzcan drásticamente el agua

Los propietarios barajan nuevas fórmulas de cultivo que puedan garantizar la rentabilidad

J.R.Gimeno. cullera

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